Amenazas a las feministas: “Las vamos a violar”

Ale Cuevas

Las colectivas feministas en Bolivia son agredidas sistemáticamente y se encuentran en un estado de indefensión al ser amedrentadas por instituciones, grupos antiderechos y por una sociedad conservadora. Entre tanto hay una inacción del Estado, que está llamado a proteger a las personas defensoras de derechos humanos.

Edición 80. Lunes 20 de febrero de 2023.

“Te voy a golpear”, “las vamos a violar”, fueron las advertencias que recibieron Evelyn Callapino y otras activistas de la colectiva Mujer de Plata, de la ciudad de Potosí, a través de redes sociales. A esas amenazas se sumaron otras de manera directa, en calles y en micros. Los amedrentamientos a activistas feministas en Bolivia crecen en la medida que ellas confrontan la impunidad en casos de violencia. Y esto se da, pese a que la Organización de Naciones Unidas instó a los Estados a la protección de las y los defensores de derechos humanos.

Callapino, en agosto de 2021, y otras de sus compañeras de Mujer de Plata empezaron a recibir amenazas, luego que el Concejo Municipal de Potosí declarara personas no gratas a María Galindo y a los miembros de la colectiva feminista. Esta medida se debió a los grafitis en edificios considerados patrimonios, con mensajes que ponían en evidencia la inacción de autoridades judiciales y la falta de políticas públicas de la Alcaldía y la Gobernación para atender casos de feminicidios y violaciones.

“Fiscalía rima con porquería”, “plata que no sale de la mina, sino de la rebeldía”, fueron algunas de las frases firmadas por Mujeres Creando. 

Este hecho provocó una ola de críticas en contra de las activistas de Mujer de Plata, la única colectiva feminista en Potosí que acompaña a víctimas de violencia, da ayuda jurídica y psicológica, y también realiza actividades con jóvenes en la prevención de violencia.

“Personalmente, he sido las más atacada, porque soy la más visible junto a otra compañera. Fui blanco de insultos, de amenazas, de golpes, de que irían a mi casa y eso fue porque el Concejo Municipal desató una ola de críticas tras los grafitis”, recuerda Callapino.

Las amenazas llovían en la red social de Facebook. “Ponían mi nombre y apellidos, decían cosas como: ’Cuando la encuentre a la Evelyn le voy a pegar’, la voy a golpear’, pero también había mensajes de apoyo”, dice la activista que en esa época ejercía la docencia.

Otra feminista de esta colectiva perdió su empleo frente a los mensajes de amedrentamientos provocados por el Concejo Municipal.

Muestra artística de condena a la violencia machista en Potosí por Mujer de Plata. Foto: Coordinadora de la Mujer.

En otra fecha, añade la también politóloga, el 25 de noviembre de 2021, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, las feministas de Mujer de Plata armaron una muestra artística de condena a la violencia machista con la exposición de un centenar de zapatos rojos al ingreso de la Catedral Nuestra Señora de La Paz. Después de ello, fueron agredidas, en parte, por integrantes de Comité Cívico Potosinista (Comcipo). “Nos han dicho, ‘putas’, ‘resentidas sociales’, ‘les falta hombre’. A dos de ellas las jalonearon y les dijeron ‘locas de mierda’”.

Mujer de Plata acompañó a unos 50 casos de violencia contra la mujer, entre 2021 y 2022. Un hecho emblemático fue la de una niña de siete años, violada en 2013, que dos años después recién se activó la orden de aprehensión cuando el agresor había fugado. El caso fue archivado hasta que, en medio de gritos y una toma pacífica de la Sala Penal, se reabrió en 2022.

Uno de los graffitis firmado por Mochas Copleras. Foto: Redes sociales

La colectiva potosina vivió una violencia sistemática, la primera, entre agosto y octubre, tres meses de hostigamiento por la posición del Concejo Municipal, y la segunda, en noviembre del mismo año, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

Graffitis que incomodan

Al igual que las activistas de Potosí, la colectiva feminista de Tarija, «Mochas Copleras», también fue hostigada, a mediados de 2021, tras realizar grafitis con mensajes que denunciaban el machismo de la sociedad tarijeña.

“No nos matan por callar, nos matan por rebelarnos”, “Yo no me muero, a mí me matan”, “Queremos ser libres no valientes”, “Día no trabajado día no pagado, abajo el paro médico criminal”, fueron algunos de los grafitis que se leían la mañana del 18 de julio de 2021.

Aquel domingo, Tarija Actual fue el medio que anunciaba que ya había sido identificadas las “feministas radicales” que grafitearon y “destruyeron” bienes públicos. Difundió las fotos de las integrantes de la colectiva “quienes habrían cometido destrucción ´de bienes públicos y privados en toda la ciudad de Tarija”.

Tras la divulgación, se dio una serie de ataques de odio contra las “Mochas Copleras” con comentarios en las redes sociales, donde difundieron los nombres y apellidos de quienes participaron en los grafitis y dijeron que “no son feministas, son hembristas es el extremo del machismo”.

Las activistas denunciaron que eran objeto de “víctimas de acoso, hostigamiento, llamadas y mensajes, haciendo uso indiscriminado de nuestra imagen, buscando que nos autoinculpemos de las expresiones genuinas que hoy las paredes de Tarija expresaron, QUE FÁCIL PERSEGUIR FEMINISTAS EN LUGAR DE FEMINICIDAS”.

Movilización de activistas en la ciudad de La Paz. Foto: Coordinadora de la Mujer.

Tras este hecho, las integrantes de la colectiva “cambiaron de vida por el nivel de acoso que han experimentado”, según Andrea Terceros, activista de Warmis en Resistencia.

Similar hecho sucedió en la ciudad de Sucre, en septiembre de 2022, cuando la pared de la Catedral Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe fue grafitada con el mensaje “aborto legal”. Las autoridades municipales y grupos conservadores culparon a las activistas de colectivo Yuyay Ninamanta y, sin tener pruebas, las denunciaron ante la Fiscalía. 

“Pero el acoso y la violencia no se queda en las redes sociales, es real”, advierte Terceros.

Para esta feminista, la situación actual de las activistas es de “harto desgaste, de harto acoso y de vulnerabilidad, es muy fácil violentarlas, y nadie hace o dice nada”.

Afirma que muchas veces las feministas que acompañan casos de violencia terminan siendo acosadas y violentadas por los mismos agresores por el hecho de acompañarlas. Es más, hay persecuciones como el de un agresor que consiguió el número de teléfono de una de las ellas solo para amenazarla. “’Feminazis’, ‘locas’, ‘no saben con quién se han metido’, ‘las vamos a violar para que aprendan’, ese es el nivel de violencia”, manifiesta Terceros.  

En la ciudad de Santa Cruz, durante el paro cívico indefinido con bloqueos en noviembre del año pasado, la Casa de la Mujer sufrió hostigamiento por parte de los bloqueadores que pretendían cerrar las puertas con gritos para impedir que las sobrevivientes de la violencia machista ingresen y tengan un refugio.

«Hoy, 16 de noviembre de 2022, se cumplen siete días de amenazas, hostigamiento e intimidación contra las trabajadoras de Casa de la Mujer, los ‘rotonderos’ cercaron las puertas de sus instalaciones, pretendieron tomar las oficinas, la denuncia se hizo pública y la respuesta es evidente: más insultos, petardos a cada momento, amedrentamientos a las mujeres demandantes de auxilio y protección», denunciaba Casa de la Mujer en un comunicado.

No fue la primera vez que esta institución sufrió este tipo de hechos; un año antes, a mediados de noviembre de 2022, las defensoras también tuvieron problemas para el desarrollo de su trabajo.

Flores y velas en memoria de las víctimas de feminicidios, en Tarija. Foto: Mochas Copleras.

Defensoras feministas no tienen defensores ante amenazas

En Bolivia, se estima que hay unas 40 colectivas que conversan desde diferentes feminismos, como las troskistas, las anarquistas, las radicales, incluso se habla de un feminismo popular, explica Kiyomi Nagumo, ecofeminista del colectivo Salvaginas, de La Paz.

En tanto, el Mapeo y directorio de organizaciones diversas de mujeres y de la sociedad civil que desarrollan acciones por una vida libre de violencia, identifica 319 “iniciativas” que trabajan por una vida libre de violencia en Bolivia.

El movimiento feminista en el país no solo es visible a raíz de la violencia de género, lo es desde la lucha por el derecho al voto femenino, pero la figura de “colectivas” se da porque no existe la pertenencia a ninguna institución ni agrupación ciudadana. “Las activistas empiezan a surgir a raíz de la necesidad de coincidir y generar ciertos procesos”, explica Nagumo.

El Observatorio de Defensoras y Defensores de Derechos de la Red UNITAS, una Red de Desarrollo de Derecho Humanos, registra entre 2018 y 2022, 84 casos de vulneración de derechos a defensores de derechos humanos. Esta cifra es un subregistro, pues el monitoreo muestra una tendencia mayor a la vulneración de derechos de las y los defensores, explica Claudia Terán, responsable de Formación y Litigio Estratégico de la RED UNITAS.

“Las vulneraciones a defensores no se visibilizan por muchas razones, porque están normalizadas. Cuando vamos a un caso, las personas hablan de sus causas, pero ante la pregunta si son estigmatizadas o amenazadas recién ven que están siendo vulnerado su rol de defensor, ese es el caso de los varones, es mucho más en el caso de las mujeres”, advierte Terán.

Para Terán, las defensoras están estigmatizadas por su rol de mujeres defensoras, lo cual está relacionado con estructuras sociales, la mayoría de las amenazas son de naturaleza sexual y no siempre lo dicen ni lo denuncian.

Añade que, lo que ocurre con las activistas feministas, está relacionado más con situaciones de protesta, cuyo ejercicio está vulnerado a partir de amenazas, hostigamiento, insultos, detenciones arbitrarias. Entre 2018 y 2022, el Observatorio reportó 3.191 vulneraciones al Derecho a la Protesta.

Inacción del Estado con defensoras de derechos humanos

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACDH) recuerda que los Estados son los responsables de garantizar un entorno propicio para todos los defensores de los derechos humanos y de protegerlos de amenazas y ataques, y de investigar los hechos de violencia contra ellos.

La jurista explica que los Estados al ser garantes de derecho tienen que abstenerse a cometer actos como ocurrió con los concejales de Potosí en contra de Mujer de Plata. Pero, además, tiene la obligación de proteger, prevenir a los defensores de derechos, y si ocurre un hecho, investigar y sancionar con diligencia.

“Hay muchas recomendaciones y obligaciones específicas que, por un lado, no se conocen ni se difunden, por tanto, no se exigen y menos se cumplen”, sentencia Terán.    

Para la ecofeminista Nagumo, al Estado no le interesa proteger a los defensores de derechos y es porque no ratificó la Declaración de los defensores de derechos humanos, por tanto, no generó una política de protección.

Cuenta las amenazas que sufrieron ella y sus compañeras de un hombre acusado de violentar económica, física y sexualmente a su expareja y que, además, tenía conexiones con el Estado, por lo que le admitieron la acción de libertad. Éste las amedrentó en sus redes sociales, envío correos y exigió a instancias gubernamentales que averigüen y tomen nota de quiénes forman parte de la colectiva.

“Él, puso en estado de vulnerabilidad a las colectivas y, además, algo que es grave, coartó el trabajo de la defensa de los derechos”, observa Nagumo. En este caso que siguió Salvajinas hubo el acompañamiento y contención legal del Servicio Plurinacional de la Mujer y de la Despatriarcalización “Ana María Romero” y de la Defensoría del Pueblo. 

Tras esta experiencia, el colectivo Salvajinas generó una línea de trabajo, porque se evidenció la indefensión de las activistas.

Un grupo de estudiantes son parte de un taller organizado por Mujer de Plata. Foto: Mujer de Plata.

Para Mujer de Plata, las familias de las víctimas son sus defensoras, pues siempre acompañan en cada plantón, cuando el Estado y la Policía debieran ser los garantes de protección, dice Callapino.

“Cada que salimos al lente público, decimos: ‘Si nos pasa algo, ¿quiénes son responsables? las instituciones públicas porque son quienes nos ponen en esa situación, porque no cumplen sus funciones”, advierte Callapino.

Para terceros, quienes acosan y amenazan son hombres, que atacan desde una organización ya sea Iglesia o movimientos antiderechos, que cuentan con recursos y acusan a las ONG o al movimiento feminista de recibir fondos.

Aclara que la tarea de las activistas no solo es confrontar sino informar sobre los derechos, la ruta crítica que debe seguir la víctima y generar espacios de sanación. Entre las tareas que cumplen las activistas es darle toda la información sobre la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), establecido en la Sentencia Constitucional 0206/2014.

“Desde Warmis en Resistencia trabajamos lo que es sexualidad, entonces, tenemos espacios para hablar sobre sexualidad, sobre placeres, derechos y reivindicación, y derechos sexuales reproductivos (…)”, dice Terceros.  

Autoprotección

Un estudio de Warmi.Red, organización que impulsa la participación de las mujeres en internet, evidencia que los colectivos vivieron algún episodio de violencia digital por desarrollar activismo y militancia feminista. Amenazas mensajes de odio, racismo y homofobia, robo y mal uso de datos, difamación, hackeo de cuentas personales y páginas de colectivos, intentos de boicot de sus eventos virtuales fueron algunas de las formas que fueron agredidas tanto en la vida online como en la vida física de “individuos” y “grupos fundamentalistas”.

La investigación explica que algunas activistas optan por la “doble vida” online, para contrarrestar los ataques que sufrieron. Además comenzaron a usar plataformas de mensajería más seguras como Telegram o Signal; verificar las solicitudes de amistad en redes sociales; y otros protocolos mínimos de seguridad física cuando asisten a protestas callejeras .

En el caso de Mujer de Plata, sus integrantes, después de vivir una «paranoia» ante las amenazas, decidieron que en las siguientes intervenciones sean de forma anónima, sobre todo con las nuevas integrantes.

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Fotografía de portada: La Fu.


Aleja Cuevas trabajó como redactora en tres medios impresos: La Prensa, Página Siete y La Razón. Fue ganadora de segundo lugar del Premio de Reportaje sobre Biodiversidad 2011, de Conservación Internacional con el reportaje “La Laguna Colorada agoniza”, publicado en La Prensa.
Aleja Cuevas trabajó como redactora en tres medios impresos: La Prensa, Página Siete y La Razón. Fue ganadora de segundo lugar del Premio de Reportaje sobre Biodiversidad 2011, de Conservación Internacional con el reportaje “La Laguna Colorada agoniza”, publicado en La Prensa.