Las cinco redes de salud de la urbe alteña reflejan un incremento progresivo de las cesáreas entre 2021 y 2023. De acuerdo con el reporte de médicos del segundo nivel, los casos ahora llegan con más complicaciones: hipertensión gestacional y preeclampsia en mujeres adultas. Mientras que las adolescentes son las más propensas a esta cirugía porque sus cuerpos aún no están preparados para un parto vaginal.
A los 33 años, Yola lleva tres cicatrices por cesárea que, ocultas bajo sus polleras, marcan la historia de su maternidad. Rodeada de otras mujeres gestantes, madres amamantando y otras, al igual que ella hace un año, aguardando por la curación de sus heridas por cesárea, Yola permanece paciente en los pasillos del Hospital Boliviano Japonés, mientras rememora lo difícil de la recuperación tras la cirugía de su último parto.
“Tardé casi tres meses en recuperarme. Con la primera cesárea no me costó volver a hacer mis actividades y con la tercera, me costó más. Como entre la segunda cesárea y mi tercer embarazo, había poca diferencia, me dijeron que sí o sí debía volver a entrar a quirófano”, relata Yola cuyos hijos tienen siete, tres y un año.
En el Hospital Corea, similares historias al de Yola relatan Jimena de 31 años que tuvo su primer bebé por cesárea, Mayra y Leticia, ambas de 29 años, quienes pasaron por dos cesáreas y coinciden en que la recuperación fue dolorosa y nada sencilla.
De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS), la urbe alteña refleja un incremento progresivo de las cesáreas. En 2021 se reportaron 4.197; en 2022, 4.399 y en 2023 hubo 4.424 partos con intervención quirúrgica.
“Esta herida no se va a sanar completamente, el cuerpo ya no es el mismo”, dice Laura de 25 años quien hace siete meses, en mayo, tuvo un parto por cesárea.
La joven cuenta que su bebé tenía el cordón umbilical envuelto en el cuello y ante la advertencia médica accedió a la cirugía. “‘Si tú no te haces la cesárea, a tu bebé le va a pasar algo y va a ser tu responsabilidad’, me dijo la doctora. Me asusté y acepté la cesárea”, dice con enojo por la culpa que le hicieron sentir y luego porque tardó en recuperarse al menos cuatro meses.
El caso de Irma es aún más complicado. Recuerda con pesar que durante la sutura de su cesárea, la anestesia dejó de hacer efecto antes de tiempo. “Dije que me dolía, levanté la mano, pero solo me respondieron que no me moviera”, relata con tristeza, rememorando el intenso dolor que tuvo que soportar.
Al igual que ella, otras madres entrevistadas también están atravesadas por experiencias de violencia obstétrica. Muchas recibieron reprimendas por quedar embarazadas en intervalos de tiempo cortos, lo que generó cesáreas forzosas, o fueron criticadas por no poder amamantar tras la cesárea como un impacto de la anestesia.
El costo de las cesáreas
Debido a antecedentes de malos tratos, Rosmery de 27 años accedió a la atención en un centro particular. “Me dijeron que en el hospital público no atienden bien, no hacen la sutura bien, y me fui a una clínica privada”, cuenta en la sala de espera del Boliviano Japonés mientras aguarda su turno para el control postnatal de su niño.
Rosmery pagó Bs 5.000 por la cirugía y se siente satisfecha por el trato recibido durante todo el procedimiento, incluidas las curaciones. En el caso de Sebastiana, de 37 años, tras perder a su primer bebé en un hospital público, optó por pagar Bs 8.000 para tener a su segundo hijo por cesárea.
La Brava investigó y constató que los costos de las cesáreas en distintas clínicas de El Alto oscilan entre Bs 7.000 y Bs 10.000, dependiendo de los servicios incluidos y los requisitos que se exigen como los exámenes de laboratorio.
En la Clínica Divino Señor, la cirugía cuesta Bs 7.100 e incluye la atención del pediatra, ginecólogo, anestesiólogo, instrumentador y ayudantes, pero no contempla medicamentos ni laboratorios.
En la Clínica Médica Sur – Tomocentro SRL, los costos oscilan entre Bs 7.000 y Bs 9.000, dependiendo de si se incluye la atención pediátrica, y pueden alcanzar los Bs 10.000 si se añaden exámenes complementarios. Por otro lado, en la Clínica Fides, el costo es de Bs 8.500 e incluye internación, medicamentos, cama y atención pediátrica.
Para Dafne, de 25 años, no hubo opción de recurrir a un servicio privado. Califica su cesárea como una experiencia “traumática”, ya que ahora su rutina se divide entre el cuidado de su herida y la atención de su bebé. “Hubiera preferido un parto natural”, dice al recordar su primer embarazo en la adolescencia.
Adolescentes y el riesgo por cesáreas
En los pasillos del Hospital Los Andes de El Alto, Diana (nombre cambiado) aguarda con paciencia, mientras da de lactar a su pequeña de apenas nueve meses. Su figura esbelta y su rostro, que aún guarda trazos infantiles, contrastan con su realidad: a sus 18 años, ya ha pasado por dos cesáreas.
“La recuperación de esta cesárea fue más complicada que la primera”, confiesa la adolescente con una sonrisa nerviosa, como si intentara restablecer peso a sus palabras. Mientras habla, sus ojos buscan a su madre, quien la acompaña en silencio, atenta a la entrevista.
Entre enero y noviembre de este año, el Hospital Los Andes atendió 63 cesáreas y 111 partos vaginales en adolescentes de entre 10 y 19 años. Según el Servicio Regional de Salud (Seres), las cinco redes de salud alteñas registraron, de enero a noviembre de 2024, 325 intervenciones en este grupo etáreo.
Ademar Vega Rojas, director de ese hospital, explica que las cesáreas han aumentado significativamente en comparación con hace cinco años. Detalla que, si bien antes la principal causa de muerte materna eran las hemorragias, ahora las embarazadas enfrentan otros factores de riesgo, como hipertensión y preeclampsia, que hacen necesario recurrir a esta intervención quirúrgica.
De acuerdo con un estudio, realizado entre 2016 y 2020, con foco en Cochabamba, las enfermedades hipertensivas del embarazo son la tercera causa de morbilidad en las embarazadas. Sus complicaciones incluyen prematurez, sufrimiento fetal, crecimiento fetal restringido, además de la hipertensión como la principal causa de muerte fetal o de recién nacidos.
En el caso de los embarazos tempranos, Vega reporta casos alarmantes de adolescentes de 11, 12, 14 y 17 años. “Estamos viendo que entre los 15 y 17 años ya están por su segundo embarazo y llegan a los 21 años hasta con tres embarazos, muchos de ellos con cesáreas previas”, detalla con preocupación el médico general.
Esta realidad pone en evidencia los riesgos que enfrentan las adolescentes, una etapa que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), comprende edades entre los 10 y 19 años, dividida en adolescencia temprana (12 a 14 años) y adolescencia tardía (15 a 19 años).
Pablo Salazar Canelos, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Bolivia, refuerza esta perspectiva.“Los embarazos adolescentes generan riesgos. Normalmente, mientras más joven es la mujer, mayor es la probabilidad de requerir una cesárea. Y si ya tiene una cesárea previa, lo más probable es que el siguiente parto también lo sea”, explica.
Ese fue el caso de Sabrina, de 24 años, quien acude al Hospital Municipal Corea, ubicado entre los Distritos 2 y 3 de El Alto. A los 22 años tuvo a su primera hija por cesárea debido a sus “caderas pequeñas”. Solo un año después, quedó embarazada nuevamente, y debido al corto intervalo entre ambos partos, los médicos optaron por realizarle otra cesárea.
En la red de salud Corea, de enero a noviembre, se realizaron 825 cesáreas, de las cuales 79 fueron cesáreas en adolescentes.
Desde el hospital municipal Boliviano Japonés, la directora Nicole Caballero afirma que desde que este centro de salud fue recategorizado a hospital de segundo nivel, hace dos años, las cesáreas se incrementaron. En 2023, de enero a octubre, hubo 145 cesáreas y en el mismo periodo de 2024, se reportan 157.
“Cuando la mujer es demasiado joven, pequeña y delgada va a cesárea porque no hay las condiciones para un parto natural. Hemos tenido embarazos de niñas de 14, 15 y 16 años, en muchas ocasiones su cuerpo no está con la capacidad de llevar un producto o de producir un parto natural. Los embarazos adolescentes llegan a ser un 30% de los embarazos que atendemos y la mayoría son referidos por la complejidad”, afirma la médico.
Entre enero y noviembre de este año, Bolivia registró 77 partos por cesárea en niñas menores de 10 años; 365 en adolescentes de 10 a 14 años; y 5.681 en adolescentes de 15 a 19 años. En total, hubo 6.123 cesáreas
Una herida permanente
De las 20 mujeres entrevistadas, de entre 19 y 38 años, en los hospitales municipales Los Andes, Boliviano Japonés y Corea, 16 dieron a luz por cesárea, mientras que solo cuatro reportaron haber tenido un parto vaginal.
“Fue complicado pasar por la cesárea. Debía recuperarme en una semana, pero tardé un mes y tenía un drenaje que provocó una infección. Este parto debía ser natural, pero me dio preeclampsia”, relata Elizabeth, de 23 años, quien en octubre pasó por su segunda cesárea.
Ella revela que a los 16 años tuvo a su primer bebé, también por cesárea, aunque su primer parto no tuvo complicaciones. En contraste, Laura recuerda su embarazo y parto a los 18 años con miedo y dolor.
Ruddy Mamani, psicólogo del Centro de Atención Integral de Adolescentes (AIDA), dice que en general los adolescentes no están preparados para asumir la responsabilidad de ser madres y padres.
“Los embarazos que ocurren son consecuencia de malas decisiones, acompañadas de problemas familiares y crisis escolares. Es difícil para ellas abordar y comprender la maternidad”, explica.
Este año, el Centro AIDA de la Ceja de El Alto atendió ocho casos de embarazos adolescentes. De estos, cuatro jóvenes decidieron tener al bebé, mientras que el resto no. Solo dos pudieron acceder a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) ya que el producto aún era pequeño.
En Bolivia, la Sentencia Constitucional 0206/2014 establece el acceso a un aborto legal y seguro en caso de que el embarazo sea producto de violación, incesto, estupro y cuando la vida o salud de una mujer estén en riesgo.
El psicólogo también destaca que las adolescentes embarazadas que acudieron por atención presentaron signos de depresión, episodios de ansiedad, personalidades límites, actitudes violentas y conductas autolesivas como el cutting. Estas situaciones psicológicas, agrega el director del Hospital Los Andes, pueden agravarse durante el parto, que en sí mismo es traumático, especialmente en menores de 11 a 15 años, y aún más en los casos de cesáreas.
Las secuelas de las cesáreas también afectan a mujeres mayores. “Todavía tengo dolores luego de las dos cesáreas. Por fuera está todo normal, pero el dolor es interno; hasta el momento no puedo alzar pesado”, relata Martha, de 38 años.
La cesárea, cada vez más común en la urbe alteña, deja marcas que van más allá de lo físico. Según datos del SNIS, entre enero y noviembre de este año, se registraron 6.123 cesáreas en adolescentes y más de 52.000 en mujeres mayores de 20 años. Sin embargo, detrás de las cifras están historias como la de Diana, quien con solo 18 años enfrentó su segunda cirugía, o Martha, de 38, que aún carga con las secuelas de dos intervenciones. Estos relatos evidencian una problemática compleja que combina factores de salud, violencia obstétrica y falta de acceso a servicios de calidad.
* Este reportaje ha sido producido en el marco del Curso: Los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos en la agenda, implementado por Católicas por el Derecho a Decidir, con el apoyo de UNFPA y KOICA..