Con Trinidad golpeada por el covid-19, la Alcaldía invirtió Bs 7 MM en contención

Mariana Pérez

Solo un mes después de confirmado el primer caso del nuevo coronavirus en Bolivia, la situación en el Beni pasó de dramática a trágica. Pese a los esfuerzos, los efectos del virus y las debilidades del sistema de salud fueron los ingredientes de un coctel mortífero. La municipalidad de Trinidad se vio en la urgencia de invertir en compras que, de alguna manera, respondan al intento de contener el feroz avance de la pandemia.

Edición 68. Lunes 5 de septiembre de 2022.

El 20 de abril de 2020 se confirmaron los dos primeros casos de covid-19 en Trinidad, y de esta manera el departamento del Beni fue el último en adherirse al mapa nacional de contagios en Bolivia. Aquel fue el inicio de una situación devastadora para esta ciudad debido a la crisis sanitaria que desbordó la capacidad de atención en salud y que sumergió a los habitantes en la desesperación, la impotencia y el dolor frente a la muerte sucesiva de uno, dos y hasta tres familiares o personas cercanas.

El covid-19 encontró a Trinidad con un sistema de salud precario y carente de recursos en cuanto a personal, equipamiento, insumos, protocolos para la emergencia sanitaria entre otros. Al existir solamente un hospital de referencia departamental considerado de tercer nivel, además de centros de salud municipales de primer nivel, se decidió habilitar un centro centinela para la atención exclusiva de pacientes positivos en una antigua infraestructura de las Fuerzas Armadas.

Pero el primer caso –aún sin ser confirmado– no llegó ese 20 de abril al centro centinela, sino al hospital de referencia Germán Busch. El mismo día, y en cuestión de horas, el enfermo falleció. Así, la situación se vio agravada con la baja de gran parte del personal médico del nosocomio que estuvo en contacto con el paciente.

“Hubo carencias y fallecidos por esa situación; falta de equipamiento, falta de infraestructura”, recuerda el exdirector municipal de Salud de entonces, Charles Suárez. La exautoridad lamenta, por ejemplo, que para entonces contaban solo con una unidad de terapia intensiva para covid-19, además de tres equipos con esas características disponibles para los casi 120 mil habitantes de la ciudad.

Centro Centinela 30 de Julio atiende solo casos covid-19. Foto: Mariana Pérez

El desempeño de la Alcaldía y de la coordinación interinstitucional, incluidos los tres niveles de gobierno, fue crucial, aunque insuficiente para atender y tratar de contener el impacto de la enfermedad que desencadenó en una fase de contagio comunitario y zozobra en escalada. Suárez precisa que el primer caso fue de la persona que falleció, pero que el paciente cero como tal, es decir, el portador, nunca fue encontrado y ello también influyó en el descontrol.

El coronavirus arrasó con todo a su paso. La cifra de casos positivos se multiplicó apenas acabando abril y sobrepasó a otras urbes benianas hasta convertirse en un foco crítico, después de Santa Cruz. En cuanto el contagio se incrementaba, las posibilidades de atención se reducían y quedaba develado el frágil sistema de salud pública.

Una aproximación a la respuesta de la Alcaldía de Trinidad frente a aquel desastre sanitario figura en los procesos de compras efectuados. El Sistema de Contrataciones Estatales (Sicoes) acumula en sus registros 49 fichas de procesos de contratación referidas al covid-19, ejecutados entre marzo y diciembre de 2020, por un monto que llega a Bs 7.159.697,34.

El acceso a esta información es resultado de una sistematización realizada de marzo de 2020 a enero de 2022 por cientistas sociales e ingenieros informáticos del colectivo Lab TecnoSocial, que se encuentra disponible en el sitio contratosabiertos-bo.org/. Se recabaron alrededor de 3.600 fichas de objetos de contratación del Sicoes, y algunas de las palabras claves para su selección fueron “covid”, “coronavirus”, “oxígeno”, “barbijo”, “gel, “pandemia” y “alcohol”.

Los datos exponen que las adquisiciones con mayores montos se concentraron en equipamiento médico y material de laboratorio (47%), e insumos médicos y hospitalarios (36%). Dentro de la primera categoría se incluyen camas de internación, balones de oxígeno, mesas de mayo, electrocardiograma, monitores multiparamétricos, carro de paro, tensiómetros glucómetros, oxímetros, macrocentrífugas, agitadores de placas, microscopios binoculares, equipos Stat Fax, agitadores de tubos, pruebas rápidas, reactivos y medios de transporte viral, aires acondicionados y heladeras, entre otros. Solamente una ficha de contratación refiere la compra de oxígeno medicinal por Bs 29.988.

El colapso

El desborde más dramático de la situación se produjo en mayo. A la par de la cuarentena y los encapsulamientos, Trinidad se encontraba desolada y envuelta en un clima angustiante e incierto a la vez. En algunos grupos vecinales de WhatsApp se convocaba a rezos comunitarios, a prender velas en las aceras de las casas y a colocar pañuelos blancos en las puertas de calle.

En un recuento de las acciones efectuadas, Suárez menciona que antes del primer caso positivo se conformaron brigadas de control en los puntos de ingreso a la ciudad y también se instalaron aros de desinfección; además, asegura que durante la primera ola se habilitaron cámaras de limpieza en los mercados e insumos para que estas funcionen. Estos quehaceres involucraban a personal médico, funcionarios ediles y efectivos tanto policiales como militares.

De acuerdo con el detalle de las fichas de contratación, el 36% de los procesos se destinaron a la compra de insumos médicos y hospitalarios. Es decir, se adquirieron barbijos, alcohol, alcohol en gel, batas, trajes de bioseguridad, protectores faciales, jeringas, guantes, gorros, algodón, gasas, botas, sondas, bránulas, chatas, patos urinarios, etc., por un valor de Bs 2.610.322,20. Varios de estos materiales, sobre todo los de bioseguridad, fueron para el personal médico y para los efectivos que hacían los controles de restricción en las calles.

Otro ítem que llama la atención son los procesos de contratación para la alimentación a personal en salud, que refiere el 3% del total del monto de las adquisiciones, por un valor de Bs 215.741,00. Según Suárez, este presupuesto permitió brindar refrigerios, desayunos, almuerzos y cenas a quienes hacían los controles de desinfección, a los policías, militares, al personal de las brigadas encargadas de los rastrillajes, a los médicos de turno en los centros habilitados y también a quienes conformaron el Centro de Operaciones Nacional (COE) que se instaló en Trinidad. “Fue un trabajo transparente y honesto al servicio de la población”, asegura.

Cementerio Covid, en Trinidad. Foto: Mariana Pérez.

Hacia finales de mayo –en pleno desborde de la situación y el registro abrumador de decesos–, en una recordada acción solidaria encabezada por el médico Kurt Paulsen, una brigada de médicos voluntarios integrada por cerca de 20 personas arribó a Trinidad desde la ciudad de La Paz, en respuesta al llamado desesperado de sus colegas. Días después, el neumólogo Marcelo Vercosa hizo eco de la situación en un video publicado en sus redes sociales, que puso en evidencia el desastre sanitario.

“Trinidad, el Beni, están viviendo uno de los momentos más duros y dramáticos de toda su historia (…). Hay muchas personas que están muriendo y no son registradas como covid-19 debido a que mueren antes de llegar a un establecimiento médico. Ya no hay test que se les pueda hacer, y se está tipificando las muertes por otra causa, porque no se puede confirmar oficialmente que eran por covid. Es un aumento de muertes dramático”, alertaba el especialista.

El actual director municipal de Salud de Trinidad, Víctor Hugo Rivero, estima que en 2020 la letalidad por el nuevo coronavirus en la ciudad llegó a ser del 6,5%. Es decir, un promedio de seis fallecidos por cada 100 personas. No obstante, opina que hubo una “fuga de datos”, dado que un número importante del personal del Servicio Departamental de Salud encargado de los registros también estuvo de baja por la enfermedad.

Director municipal de Salud , Víctor Hugo Rivero. Foto: Mariana Pérez.

Relatar el dolor humano y particular que vivió cada habitante desde su condición, situación, oficio u ocupación sería interminable. Fallecieron médicos de primera línea, enfermeras, personalidades destacadas, el padre y la madre, el hermano y el tío, el vecino, la esposa del vecino, el hermano del amigo, el familiar lejano, el familiar cercano.

“Fueron muchos los factores que jugaron en contra. El personal de salud que salió de baja, el desconocimiento de la gravedad del asunto, la falta de preparación, que no dio tiempo para organizarse un poco mejor”, evalúa Rivero.

Los datos del Sicoes dan cuenta también de que la Alcaldía hizo adquisiciones por un valor de Bs 197.208,40 (3%) para la dotación de la canasta solidaria, que consistía en un paquete de alimentos como arroz, harina, azúcar, fideo, aceite, y enseres a ser entregados a las familias del municipio.

Dentro del total de adquisiciones aparecen, igualmente, dos procesos de contratación en favor del denominado “cementerio covid”, que nació como medida urgente para enterrar a los fallecidos a causa de la enfermedad. En total se destinaron Bs 122.490,00 para la compra de tierra para el relleno del terreno, también féretros y bolsas de óbito.

Suárez recuerda que la compra de ataúdes se hizo para ayudar a familias de escasos recursos, y que además se encargaron de las cruces de madera para identificar a cada persona enterrada en el lugar.

In memoriam

El cementerio covid es el recuerdo vivo de la tragedia sanitaria. En su interior descansan las víctimas fatales que dejó el coronavirus desde la primera hasta la actual quinta ola de contagios. Las cifras oficiales del Ministerio de Salud registran un acumulado de 994 decesos en todo el departamento hasta la fecha, pero las cruces que se alzan en este lugar bordean las 600, que corresponderían solamente al municipio de Trinidad, sin tomar en cuenta las otras provincias.

Este cementerio se encuentra en las afueras de la ciudad, a un costado de la carretera a Santa Cruz y a unos 15 minutos desde la zona central. Cuando una persona fallecía a causa del virus, su cuerpo era llevado directamente al camposanto habilitado para este fin. Una ambulancia se encargaba del traslado casi inmediato, y algunos familiares podían acompañar y despedir a su ser querido solo por minutos, mientras durara el viaje.

En una ocasión, cuando falleció una reconocida enfermera de la Caja Nacional de Salud, colegas y personal de salud se apostaron a los lados de la carretera con batas y pañuelos blancos para esperar el paso de la ambulancia y hacer un acompañamiento y despedida simbólica.

Rivero precisa que la creación de este cementerio no obedeció a un protocolo, como el de aislar a las personas fallecidas, sino que fue por petición de los vecinos que habitan en inmediaciones del actual Cementerio General. “Era el temor y el pánico que se generó”, complementa.

En la actualidad, se aguarda la regularización legal de esta necrópolis y, de acuerdo con el jefe de unidad del Cementerio General, Aldo Carranza, no se descarta que a futuro se realice una migración administrativa para poder adecuarlo y que cuente con al menos un sepulturero, un sereno y un administrador.

Proyección

Desde mediados de junio de 2020 la tragedia fue en desescalada y se estima que la primera ola culminó a finales de julio. Tanto para esa primera etapa como para la segunda ola (esta se produjo entre agosto y septiembre del mismo año), el centro centinela centralizó el tratamiento y la atención de los casos positivos.

No obstante, al ser una infraestructura prestada por las Fuerzas Armadas, a fines de 2020, y en pleno contexto electoral, se solicitó su devolución. Por lo tanto, desde la Alcaldía se habilitó el Centro de Salud Central de primer nivel para afrontar lo que sería la tercera ola (entre enero y abril de 2021).

De ordenarse cronológicamente, los procesos de contratación efectuados por la Alcaldía tienen efectivamente mayor énfasis en la segunda mitad de 2020. El 56% del total del monto empleado se movió entre octubre y diciembre, y se concentró en el Centro de Salud 30 de Julio, frente al 44% que se utilizó entre abril y julio, cuando ocurrió la mayor emergencia.

Suárez menciona que el Centro de Salud 30 de Julio recibió una importante inversión de Bs 2.562.746 para su equipamiento, dado que fue proyectado como el futuro centro centinela para atender los casos de covid-19. Esta idea se concretó en mayo de 2021, cuando este espacio fue inaugurado y abierto a la población.

En las fichas de compras del Sicoes figuran en beneficio de este establecimiento un equipo de rayos X, un ecógrafo, equipamiento médico y de laboratorio, muebles metálicos, equipos de aire acondicionado y de computación.

El director del Centro Centinela Covid 30 de Julio, Jesús Yumacale, asegura que en este lugar se logró atender con éxito la cuarta ola del covid-19 (entre mayo y julio de 2021) debido al equipamiento con el que se cuenta, pero también porque los niveles de contagio y complicaciones en pacientes con enfermedades de base se redujeron gracias a la inmunización alcanzada con la vacunación.

Yumacale comenta que en el tiempo de “silencio de casos”, que se dio entre agosto y diciembre de 2021, atendieron a personas con algunas enfermedades ajenas al covid-19, pero que en enero de 2022 –cuando aconteció el inicio de la quinta ola– se volvieron a centrar en la atención exclusiva de los casos del nuevo coronavirus.

A modo de balance, respecto a lo ocurrido en 2020, Rivero considera que ahora se cuenta con capacidad resolutiva, lejos de los temores del personal de salud de aquel entonces y de la falta de insumos médicos y hospitalarios. “Tuvieron que jalar recursos de todas partes para prever que no nos falten medicamentos y todas las condiciones para hacer frente al coronavirus, pero, pienso yo, que nos agarró totalmente desprevenidos, con un sistema de salud bastante precario”, comenta.

Editora invitada: Patricia Cusicanqui.

Fotografías: Mariana Pérez.

Infografías: Rocío Condori.


*Este reportaje fue elaborado gracias a los datos obtenidos de la plataforma «Contratos Abiertos Bolivia» desarrollado por el Lab TecnoSocial.


Mariana Pérez es periodista y docente universitaria beniana. Trabajó en los diarios Página Siete, La Razón y en la Agencia de Noticias Fides (ANF).
Mariana Pérez es periodista y docente universitaria beniana. Trabajó en los diarios Página Siete, La Razón y en la Agencia de Noticias Fides (ANF).