Gigantes blancos que agonizan

Nayma Enriquez Torrez

Con el pasar del tiempo es más evidente que el Illimani y Charquini — nevados del departamento de La Paz— pierden parte de sus glaciares por la crisis climática.

Edición 14, 24 de diciembre 2020.

Fotografías: Ángel Yujra

El andinista Eulalio Gonzales, en una de sus tantas expediciones al nevado del Illimani, realizó un hallazgo que nunca pensó hacer. Encontró los restos del Eastern Airlines, un Boeing 727-200 que impactó al gigante blanco en 1985, a una altura de 6.539 metros. 

A 35 años de aquel hecho, Eulalio miró incrédulo aquel panorama de restos de metal, cajas, cables y prendas de vestir, todas sin color y casi reducidas por el tiempo y el intenso sol. Él y su sobrino Helbert Gonzales, su compañero de aquella expedición, recorrieron entre los restos que no pudieron ser encontrados, ni por los más avezados andinistas, los días posteriores al siniestro.

El experimentado montañista recalca que, hace algunos años, ese sitio era inaccesible, por lo difícil del camino y abundante nieve. Por ello, ese hallazgo, le hizo dar cuenta que el derretimiento de los glaciares era peor de lo que temía.

Apesadumbrado, Gonzales habla también lo que sucede con el Huayna Potosí, nevado de 6.088 m.s.n.m. y emblema de la ciudad de El Alto, cuya ala Este deja inmensas rocas al aire libre.

Al igual que él, los andinistas Reinaldo Choque y Daniel Flores, asiduos de los nevados, lamentan estos sucesos. Ellos practican la escalada en hielo y el snowboard y cuentan que cada vez que ascienden a los glaciares, ven importantes retrocesos de los mantos blancos. 

Choque asegura que en menos de seis meses en este año, vio casi medio kilómetro de nieve retroceder en el Charquini (5390 msnm), otro nevado de La Paz, cerca del desaparecido Chacaltaya.

Ángel Yujra, fotógrafo de la altura y quien coronó gran parte de los nevados paceños, asegura que los glaciares son testigos silenciosos de los efectos del cambio climático.

El derretimiento del Illimani es una de las consecuencias de la crisis climática.

“Es una pena. Nuestros Achachilas están heridos, caminé muchos de ellos viendo cómo cambian. Hace poco estuve en el Mururata (atrás del Illimani) y he visto grandes espacios de piedra. Nieva  a veces, pero la nieve desaparece en poco tiempo, el grosor  que tenían ya no es como antes”, dice y lamenta que los gigantes blancos sufran la desfiguración de sus majestuosos paisajes.

En los últimos 30 años, Bolivia perdió gran parte de sus glaciares, de acuerdo con el Instituto Boliviano de la Montaña (BMI, por sus siglas en inglés).

Dirk Hoffmann, exdirector de BMI, afirma que los causantes del derretimiento son el calentamiento global, incendios forestales (chaqueos) y quemas de pastizales, principalmente en tierras bajas.

Además, los nevados Illimani, Huayna Potosí y Charquini sufren los efectos contaminantes de las ciudades de La Paz y El Alto, principalmente por emanación de las partículas de los motores de vehículos.

Dirk dice que esas porpagaciones se convierten en un manto negro y el hollín ensucia los glaciares. Por ello, la capacidad de reflejar la luz de estos está disminuyendo y, por lo tanto, el derretimiento se acelera.

Consecuencias en los recursos hídricos

Una de las lagunas, producto del deshielo del Illimani.

Carmen Capriles, especialista de la institución Reacción Climática –que trabaja las consecuencias del calentamiento global y cambio climático–, teme que el panorama de los recursos hídricos se complique por los derretimientos.

En el caso específico de La Paz y El Alto, el agua de los glaciares representa entre el 20% y 25% de sus recursos hídricos y en época seca, el porcentaje de agua glaciar sube hasta el 30% en algunas de sus cuencas.

Según Capriles, en una primera fase del derretimiento de los glaciares, los ríos reciben un flujo adicional de agua; sin embargo, se prevé que los aportes de estos caerán con el tiempo y los ríos y lagos no podrán ser alimentados. Esto afectará a la vegetación, producción y economía circundantes.

El montañista Daniel Flores asegura que el agua de los nevados se desperdicia, aunque  destaca la aparición de muchas lagunas en las faldas de las montañas.

“Las lagunas son hermosas, aunque la gente no se da cuenta que son también un signo del derretimiento de los nevados”, alerta.

El guardián blanco de La Paz

Vista aérea del nevado en su cara Este.

El Illimani, ubicado en el municipio de Palca, es el principal emblema de la ciudad de La Paz y una de las montañas más altas de la Cordillera Real Andina.

Actualmente la imagen del gigante blanco no presenta grandes cambios en la vista frontal, pero la perspectiva desde la parte posterior cambia. Desde allá se puede advertir que el otrora amplio manto de nieve ya aparece recortado.

Respecto a la crisis climática, Gonzales afirma que la pérdida de nieve es más acelerada año a año y teme que pronto la forma del glaciar cambie. “Grandes bloques de nieve se pierden, dejando ver solo roca”, lamenta.

La minería contra el Illimani

Vista frontal del Illimani.

A este factor, se suma la gran explotación minera que se realiza en una parte de la montaña, tanto por cooperativas mineras como por empresas chinas. Estas, además de explotarla indiscriminadamente y sin un control adecuado de las autoridades del gobierno central, contaminan sus mantos blancos.

Gonzales asegura, que hace tiempo, se reunió con representantes de Choque Khota, Arasaya, Cohoni, comunidades asentadas en los alrededores del nevado. Estos le expresaron su preocupación por el riesgo de que sus fuentes de agua sean contaminadas por la minería. 

Gran parte de los cultivos y del consumo de agua de los pobladores de ese sector depende de ríos que son alimentados por el glaciar.

Según el representante del Comité Cívico Interprovincial de las 20 provincias de La Paz, Clemente Gutiérrez, toda actividad minera, por pequeña que sea, genera un impacto grave sobre todo en los cursos del agua.

Relata que anteriormente las cooperativas asentadas en el nevado sólo extraían el mineral; sin embargo, ahora instalaron ingenios procesadoras. Además, asegura que usan más químicos para extraer los minerales, sobre todo el oro.

Pese a que en 2012, el Illimani fue declarado Patrimonio Natural del Estado Plurinacional de Bolivia, actualmente las actividades mineras continúan y se extienden a más áreas.

Charquini, camino a desaparecer

Las fisuras cerca de la laguna Esmeralda en el nevado Charquini.

Este nevado, que también es muy importante para la cultura aymara, se encuentra a 40 kilómetros de la ciudad de La Paz. Atesora un paraje luminoso y deshabitado casi por completo, rodeado por laguna cristalinas, humedales y fauna andina. 

Es un lugar en el que los deportistas realizan entrenamiento y aclimatación para ascensos a otras montañas de la cordillera real, arriba de los 6.000 metros. Y es uno de los que está en riesgo de desaparecer.

“La tierra se calienta y los nevados se derriten”, afirma Capriles.

Asegura que el incremento de la temperatura global golpea la fragilidad de los glaciares que están amenazados, como el Charquini. Este nevado, se encuentra al lado del Chacaltaya, que hace una década dejó de ser glaciar.

Reinaldo Choque dice que Charquini, después de la desaparición de nieve en el Chacaltaya, se había convertido en la pista favorita de los deportistas. No obstante, la aspiración de consolidar a la montaña como la nueva pista de esquí y snowboard no podrá ser, ya que el calentamiento global también lo ataca y grandes partes de rocas aparecen cada vez más.

En cinco años la nieve desaparecerá de Charquini. Así lo afirma un informe del Instituto de Investigaciones Geológicas y del Medio Ambiente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Hace años varios expertos en glaciares lo advirtieron, este nevado no soportaría por mucho tiempo el calentamiento global, ya que el proceso de regresión de la nieve había iniciado.

Angel Yujra cuenta que la nieve retrocedió en los últimos cinco años entre 100 y 200 metros de longitud y su capa perdió un aproximado de 30 metros de altitud.

Grandes partes de roca en el ascenso a la cumbre a Charquini.

¿Existen estrategias para protegerlos?

En algunos países se hicieron experimentos para recuperar los glaciares y protegerlos, por ejemplo, con el uso de membranas sintéticas para cubrirlos y así evitar que tengan una fusión acelerada (paso de sólido a líquido). 

Otra técnica fue el uso de algún dispositivo para que no sufran una fusión intensa, pero son esfuerzos bien localizados y difíciles de ejecutar por la logística y sobre todo los costos.

Según Capriles en Bolivia no se podría realizar estas tareas, ya que ni siquiera se cuenta con políticas públicas sobre el tema. Pese a esfuerzos de varias instituciones y protestas airadas de ambientalistas, las instancias del gobierno central, organismo privados e internacionales no responden a la emergencia. 

Medidas urgentes

Grietas en el Illimani.

El deshielo de los glaciares en todo el mundo parece imparable. Ante ese panorama todo es bastante desalentador, el incremento de la temperatura golpea la fragilidad de los nevados andinos y estos se encuentran en riesgo de desaparición.

Por ello, los entrevistados coinciden en que es importante y urgente asumir acciones, no solo en las montañas sino también en las ciudades, ya que el comportamiento que hay allí repercute en los gigantes blancos.

Aseguran que debería trabajarse en una ley de glaciares, como lo hicieron algunos países europeos, que permita construir una política pública nacional de preservación.

También hay la necesidad de formar más expertos, por ejemplo, glaciólogos, con el objetivo de que estudien los ecosistemas y propongan soluciones que el Estado debiera encarar. 

Para el fotógrafo Yujra si bien gran parte de las causas del derretimiento son ocasionados por la extracción y quema de combustibles fósiles, también se debe apelar a mejorar las acciones humanas de la sociedad en general. 

“Todos los días nos enfrentamos a diferentes decisiones respecto a qué comer, qué comprar y cómo movilizarnos y cada una de estas acciones puede afectar positiva o negativamente al medioambiente”, finaliza.

Esta investigación fue realizada en el marco del Fondo de Apoyo periodístico “Crisis climática 2020”, que impulsa la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), Comunidad en Acción y la Fundación para el Periodismo


Nayma Enriquez Torrez es periodista con 15 años de experiencia. Actualmente es parte de la Red Uno de Bolivia, Palabra de Mujer y Co-autora del libro Días de Furia.
Nayma Enriquez Torrez es periodista con 15 años de experiencia. Actualmente es parte de la Red Uno de Bolivia, Palabra de Mujer y Co-autora del libro Días de Furia.