Guardianas del agua lideran la conservación y monitoreo en Cochabamba

Rocío Corrales

En los valles de Cochabamba, donde la agricultura familiar se desarrolla gracias al milagro del agua, 25 mujeres se convirtieron en guardianas de este recurso. Tienen una misión vital: proteger el agua que alimenta sus tierras y sus comunidades.

Edición 125. Lunes, 7 de mayo de 2024.

Nely usa el agua del pozo de su barrio y del estanque del río para regar su alfalfa, sus plantas frutales y para alimentar a las dos docenas de pollos y patos que comparten su patio. La usa para preparar la comida, lavar, beber y ducharse. Como parte del 14% de la población boliviana que carece de acceso al agua potable, se preocupa por la calidad de este recurso.  

En el departamento de Cochabamba, donde la agricultura familiar se desarrolla gracias al milagro del agua, 25 mujeres se convirtieron en guardianas de este recurso. Las integrantes del Comité de Género de la Federación Departamental Cochabambina de Organizaciones de Regantes (Fedecor) tienen una misión vital: proteger el agua que alimenta sus tierras y sus comunidades.

«Las mujeres como las aguas, cuando se unen, crecen», es el lema que guía su trabajo. Con cada análisis de agua, cada reunión de planificación y cada paso hacia la equidad de género en la gestión del agua, Las Mujeres Monitoras del Agua de los cinco valles de Cochabamba están impactando en la gestión hídrica. 

La mitad de los 339 municipios de Bolivia sufre sequía frecuentemente desde 2022; hecho que “afectará la seguridad y soberanía alimentaria”, afirmó el vicecanciller Freddy Mamani en los Diálogos regionales del agua en América Latina. Alrededor 168 municipios del país se encuentran constantemente afectados por la sequía extendida, lo que significa un impacto en 5.559 comunidades y 647.015 familias.

Con estos datos, en el último taller de «Formación de Monitoras del Agua», dirigido por el Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA), estas mujeres agricultoras y regantes pusieron en práctica sus habilidades recién adquiridas, sistematizando los datos de monitoreo de agua en los diferentes sectores de Cochabamba: Valle Alto, Valle Bajo, Valle Central y Conosur. Los resultados de este análisis sirvieron de base para la reflexión y la planificación de medidas concretas para salvaguardar el agua.

Mujeres agricultoras y regantes integrantes del Comité de Género de la Fedecor. Foto: CENDA.

«Queremos ser parte de las soluciones y que nuestra voz sea respetada», afirma Nelvi Aguilar Flores, otra de las participantes. No solo asumieron el desafío de comprender la calidad del agua que consumen y utilizan en sus cultivos, sino que también se comprometieron a tomar medidas concretas en su defensa.

El kit LaMotte es su herramienta de lucha, permitiéndoles analizar parámetros clave como dureza, PH, turbidez, temperatura, oxígeno disuelto y conductividad. Con esta información en mano, pueden asegurarse de que el agua que llega a sus hogares y a sus campos sea saludable y segura.

En Cochabamba, las mujeres y hombres regantes fueron pioneros en la defensa de los recursos hídricos, liderando las históricas movilizaciones de la «Guerra del Agua» en el año 2000. Ahora, continúan esa lucha desde dentro de las organizaciones como la Fedecor.

Aurora anhela cultivar frutos sanos 

La casa de Aurora tiene un portón café, las paredes de ladrillo dan la bienvenida. Al otro lado, cuando ella se dispone a abrir ese portón mientras saluda, un jardín de verduras y frutas deja ver un patio tan grande y tan verde. 

Aurora Claros Rojas tiene 66 años, es agricultora e integrante activa de la Asociación de Riego Litoral Norte y parte del Comité de Género de FEDECOR. En su casa, ubicada en la OTB Litoral del municipio de Vinto, cultiva papa, zapallo, habas y frutas. 

Aurora Claros Rojas, agricultora, miembro activo de la Asociación de Riego Litoral Norte y parte del Comité de Género de Fedecor. Foto: Rocío Corrales.

«Estoy feliz de ser parte, aprendimos muchas cosas sobre el monitoreo de la calidad del agua», expresa Aurora con una sonrisa. «Primero tuvimos talleres y aprendimos sobre el monitoreo de agua que empezamos por Arani y luego fuimos a varios lugares de Sacaba y Huayllani», prosigue.  

Aurora se integró al Comité de Género de Fedecor motivada por un deseo de participación y conocimiento. «Nuestro Presidente (de su barrio) no nos avisaba que había un grupo de mujeres», comenta. «Casualmente vi que citaron a los presidentes y llamé para saber más. Desde entonces, estoy en Fedecor».

Con el objetivo de comprender la calidad del agua que consume y utiliza para regar sus cultivos, Aurora aprendió a realizar monitoreos detallados. Utilizando el kit Lamotte, analiza parámetros como alcalinidad, dureza, turbidez y temperatura, asegurando que el agua sea segura tanto para el consumo humano como para sus cultivos. 

«Es muy importante saber qué tipo de agua estamos consumiendo y utilizando para regar, las mujeres también podemos saber eso», enfatiza Aurora.

La desigualdad de género se manifiesta de manera clara en la gestión del agua y la tierra. En América Latina, mientras que las mujeres conforman la mayoría de las usuarias y cuidadoras del agua y la tierra, solo el 31% de las tierras agrícolas están en manos de mujeres, según un informe de la CEPAL. Sin embargo, el papel que ellas cumplen es fundamental en la seguridad alimentaria y la conservación del medio ambiente.

Aurora reflexiona sobre el futuro: “Tenemos que seguir capacitándonos y fortaleciendo nuestras habilidades. Queremos que más mujeres se unan a esta importante labor de protección del agua”. Una gota de agua a la vez.   

Plantas y sembradíos en la casa de Aurora. Foto: Rocío Corrales.

Cuidar el agua frente a la crisis hídrica 

“Yo cultivo papa, maíz y habas. ¡Ahhh! y recién puse mis duraznitos, espero que salgan bien”, cuenta Nelvi Aguilar.  

Nelvi vive en la comunidad de Villaflores, ubicada en el municipio de Arani, Cochabamba. Es una de las lideresas del Comité de Género de la Fedecor. En su asociación participan 24 mujeres que usan el agua del pozo de Villaflores a través de la mita. 

La «Mita» de agua es la distribución equitativa y por turnos del agua para el riego en diferentes días del mes.

«Como madres, hijas, hermanas, vivimos comprometidas en el cuidado del agua», expresa Nelvi, reflejando la profunda conexión que las mujeres de Villaflores tienen con la tierra que les brinda sustento y el agua que riega sus cultivos.

Nelvi Aguilar Flores, una de las líderes del Comité de Género de la Fedecor. Foto: Rocío Corrales.

Ellas son conscientes de que el acceso al agua es un derecho fundamental, especialmente para las mujeres y las niñas que, en muchos casos, son las encargadas de recolectar y administrar este recurso vital. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 52% de las mujeres rurales en Bolivia no tienen acceso a agua corriente en sus hogares. 

Nelvi, desde su infancia, aprendió el arte de regar los campos a través de la ancestral técnica de la mita. Recuerda con nostalgia cómo, junto a su papá, se aventuraba por las noches para traer el agua del río antes de que otros se adelantaran. Tras la muerte de su padre, la responsabilidad recayó en sus hombros y los de sus hermanos.

Las mujeres de esta comunidad buscaron conocer la calidad del agua que utilizan, conscientes de que su salud y la de sus familias dependen de ello. Talleres, capacitaciones y la adquisición de equipos les permiten realizar análisis y tomar medidas para proteger este recurso vital. «No podemos cambiar el agua que tenemos, pero podemos plantar cosas que se adecuen mejor a ella», afirma Nelvi, destacando la adaptabilidad y la resiliencia de su comunidad frente a los desafíos ambientales.

Sin embargo, el camino hacia la seguridad hídrica aún presenta obstáculos. La falta de recursos económicos limita la capacidad del Comité de Género para realizar análisis completos del agua, mientras que la necesidad de llegar a todas las mujeres de la comunidad sigue siendo un desafío pendiente. En Villaflores, las aguas, antes generosas, ahora fluyen con cautela.

En medio de la agricultura familiar y la crianza de animales, la comunidad de Villaflores enfrenta desafíos cada vez mayores debido a la sequía que golpea la región en los últimos años. La escasez de agua obliga a replantearse qué cultivos son viables en estas condiciones, mientras la incertidumbre sobre la calidad del agua afecta directamente la producción agrícola.

El Monitor de Sequías de Bolivia es una plataforma para el monitoreo y la divulgación de las condiciones de sequía en el territorio boliviano. Según sus reportes el déficit de lluvias y la desertificación de los suelos que afecta al país comenzó en 2019 y continúa a la fecha, poniendo en jaque tanto a los productores locales como a la soberanía alimentaria.

El Monitor de Sequías de Bolivia, de 2007 a 2023.

«Nosotros no tenemos tantas opciones cuando invertimos en poner una agüita», reflexiona Nelvi, señalando la estrecha relación entre el agua y la vida misma. La incertidumbre sobre la pureza del líquido, alimentada por relatos de otras comunidades asoladas por la contaminación, despierta en ellas una urgencia por proteger su fuente de vida.

«Nos hemos alarmado y hemos dicho: nosotros necesitamos saber cómo está nuestra agua. Tuvimos encuentros con otras dirigentas y nos dijeron que sus aguas estaban contaminadas y que también ya han sufrido problemas de salud muy graves», afirma Nelvi. 

Nelvi reconoce la persistencia del patriarcado en las decisiones relacionadas con el agua, donde predominan las voces masculinas tanto en el análisis como en la gestión de este recurso. Es consciente de que esta dinámica llevó a la creación del Comité de Género de la FEDECOR, con el objetivo de contrarrestar estas desigualdades en la toma de decisiones y la administración del agua.

Cuidar el agua 

Nely Sejas Sánchez camina despacio, es delgada, de voz muy suave y residente del municipio de Sacaba. Rememora el año pasado cuando se aventuraron a explorar la calidad del agua en sus hogares, mientras reflexiona sobre el trabajo realizado por el Comité.

El sendero que conduce a la casa de Nely es estrecho y verdoso. Al llegar a la entrada de su hogar, una docena de patos y gallinas dan la bienvenida, como si fueran los anfitriones. 

Nely relata con entusiasmo cómo se organizaban los talleres por regiones, meticulosamente, coordinando fechas y lugares para que todas pudieran reunirse y sumergirse en un proceso de aprendizaje colectivo. Para ella, esta experiencia fue más que solo adquirir conocimientos; representó una ventana abierta hacia la vasta diversidad de municipios y la calidad del agua que consumían sus compañeras.

Nely Sejas Sánchez, agricultora y regante del municipio de Sacaba. Foto: Rocío Corrales.

Para Nely, comprender la importancia del agua va más allá de sus propias necesidades. «El agua que consumimos no solo afecta nuestra salud, sino también la de nuestras plantas y animales», destaca con firmeza. Sin embargo, no todo ha sido fácil. La escasez de agua durante la sequía presenta desafíos, obligando a priorizar el consumo doméstico sobre la agricultura. 

«La prevención de la contaminación es otro aspecto crucial que abordamos en nuestros talleres», señala Nely. «Aprendimos a cuidar nuestras fuentes de agua».

Mujeres regantes 

En la comunidad de Ucureña, en el municipio de Cliza, Nancy González Solís nos recibe con calidez. A sus 39 años, Nancy se sumerge en el mundo de la agricultura junto a sus hijos, en busca de un futuro más sostenible.

«Para mí ha sido de gran ayuda aprender en estos talleres de capacitación. El monitoreo del agua no solo me ha permitido garantizar la calidad del líquido que consumimos, sino también la salud de mis cultivos», expresa con convicción.

A pesar de la oposición inicial de su esposo, Nancy confía en que su decisión de formarse como monitora de agua es beneficiosa para sus cultivos y su bienestar familiar. 

Nancy González Solís, agricultora y regante cochabambina. Foto: Rocío Corrales.

En la comunidad de Nancy, la agricultura y el cuidado del agua van de la mano. Dos pozos abastecen tanto sus cultivos como sus necesidades domésticas. “Con la seguridad que nos brindan estos conocimientos, regamos nuestras tierras con tranquilidad, sabiendo que estamos preservando la calidad del agua”, comenta con satisfacción.

El Comité de Género fue un pilar fundamental en este proceso. A través de la organización y la colaboración con dirigentes locales, lograron llevar adelante los monitoreos en diferentes sectores. Para el futuro, Nancy anhela seguir fortaleciendo sus conocimientos en agroecología y producción sustentable. «Queremos aprender a elaborar abonos naturales y derivados de nuestros cultivos», afirma.

Sin mujeres no hay gestión comunitaria del agua

“Nunca habíamos trabajado específicamente con organizaciones de mujeres, pero cuando nos invitaron a ser parte, no dudamos en sumarnos”, comenta Nilda Pérez Guzmán, comunicadora del Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA). Con más de cuatro años de trabajo conjunto, las mujeres monitoras, provenientes de diversos sectores del Valle, demostraron que el liderazgo femenino es esencial en la gestión del agua.

Con más de 25 mujeres involucradas, provenientes de diferentes partes del Valle, el Comité de Género se convirtió en un catalizador para el cambio. A través de la formación de monitoras del agua, las guardianas del agua adquirieron habilidades técnicas y de liderazgo que antes se consideraban exclusivas para los hombres. Ahora las mujeres monitoras pueden analizar la calidad del agua, interpretar los resultados y tomar decisiones informadas. 

Pero el camino no fue fácil. En una sociedad arraigada en el machismo, estas mujeres enfrentaron desafíos significativos. «Algunas veces nos tomaban en cuenta», recuerda por ejemplo doña Aurora. 

El Comité de Género logró avances importantes, incluso dentro de la propia Fedecor. «Nuestro objetivo era tener una representación en la directiva de la organización y se logró», explica por su parte Nilda Pérez.

El legado de este proyecto trasciende los números y las estadísticas. Es la historia de un grupo de mujeres que desafiaron las expectativas. En medio de los desafíos, Nilda Pérez reflexiona sobre la importancia del liderazgo femenino dentro de los sistemas hídricos. 

Sembradíos en el municipio de Sacaba. Foto: Rocío Corrales.

Era martes, 16 de abril de 2014, alrededor del mediodía, cuando Nely Sejas Sánchez, del municipio de Sacaba y una de las Mujeres Monitoras del Agua de los cinco valles de Cochabamba, se disponía a conceder una entrevista. Antes de iniciar la conversación, compartió su almuerzo en la mesa del patio y las docenas de pollos y patos, trayendo consigo dos recipientes llenos de papas cocidas y tres quesillos de considerable tamaño. Para acompañar la comida, preparó un licuado de copoazú con leche.

– El monitoreo del agua se hace dos veces al año. En tiempos de sequía y en tiempos de lluvia– dice mientras tanto Nely. 

Cuando se habla de Cochabamba aparte del templado clima, los pintorescos y tradicionales pueblitos del valle y su variada comida criolla, es inevitable mencionar la falta de agua. Para Nely, el agua solía ser su principal preocupación, ahora también se preocupa por la calidad del agua.

“Para nosotras es importante cuidar el agua para nuestro consumo y cultivos, sin agua ¿Cómo podríamos vivir no?”, dice Nely, con voz suave.


Fotografía de portada: Mujeres monitoras del agua. Cortesía de CENDA.