La histerectomía: la realidad de mujeres que viven sin útero

Yolanda Salazar

La histerectomía, una de las cirugías más comunes en la ginecología que consiste en sacar el útero como una solución para distintos diagnósticos, en muchas ocasiones marca un antes y un después para las mujeres que pasan por esta operación. Este proceso no solo tiene un impacto físico sino también psicológico que puede llevar a cuadros de depresión o a “renacer” en una nueva realidad.

Edición 149. Lunes, 18 noviembre de 2024.

Ruby Zárate, madre de 33 años, presentaba sangrados abundantes cuando menstruaba, que le obligaban a usar varias toallas femeninas al día; una situación que le alertó de que algo no estaba bien. En 2022 acudió al ginecólogo quien, luego de varios estudios, le dijo que “todo estaba normal”. Un año después, la situación se mantenía por lo que decidió buscar otras opiniones, fue en ese momento que le diagnosticaron adenomiosis uterina, que es la invasión del tejido que normalmente reviste el interior del útero. El médico le recomendó someterse a una histerectomía como “solución definitiva”.

En julio de este año Ruby se sometió a una histerectomía abdominal, que consiste en la extracción del útero y el cuello uterino. Ella aceptó someterse a esta intervención con muchos miedos a cuestas porque su hermana tiene cáncer de cuello uterino y le preocupaba que con el tiempo llegara a tener un diagnóstico similar.

Modelo anatómico de útero y ovarios. Fotografía: Sandra Taborga

“Me asusté al saber que mi útero estaba enfermo. Lo primero que pensé fue en mis hijos, pero también fui consciente de que esa operación sería la única forma de tener una mejor calidad de vida”, comenta.

Tras la cirugía realizada en Cochabamba, ella estuvo en reposo durante seis semanas; en ese tiempo caminaba poco, no podía hacer esfuerzos ni acompañar a sus hijos de 7 y 10 años a sus actividades diarias. Sentía que “su cuerpo ya no era el mismo”: presentaba fiebre, náuseas y malestar corporal, pero también estaba consciente de que la “mente es muy poderosa” y que podía resistir estos cambios.

“Al principio sentí que me iba a deprimir. No voy a negar que sí llegué incluso a frustrarme y a llorar porque la recuperación sería de meses, pero ahora me doy cuenta de que, si bien mi vida no es la misma, hoy me siento bien, ya no hay más hemorragias, no hay más anemias ni angustias por no tener un diagnóstico claro”, cuenta.

Ruby recibió el apoyo de su esposo, su madre, sus hijos y su doctor que estaban pendientes de su recuperación. Un factor que ha sido clave para su “renacer” fue aprender que “la vida vale más que los miedos” y que hay que priorizar la salud.

“El no tener útero no te hace menos mujer. Al contrario, nos hace más valerosas y merecemos el mismo respeto porque somos las mismas, solo que sanas”, recalca.

¿Qué es la histerectomía?

La histerectomía es una de las cirugías más practicadas en la ginecología en general. Consiste en la remoción del útero por enfermedades “benignas y malignas”, explicó el jefe de servicio de ginecología del Hospital de la Mujer en La Paz, Igor Pardo.

El jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de la Mujer, Igor Pardo. Fotografía: Sandra Taborga.

Las causas benignas tienen que ver con miomas, que son alteraciones celulares del miometrio, sangrado uterino, hiperplasias de endometrio, entre otras, acotó el ginecólogo Ramiro Ampuero. Las patologías “malignas” están relacionadas con el cáncer de endometrio o el cáncer de cuello uterino, este último es la primera causa de muerte de mujeres en el país, al menos tres mujeres mueren al día por esta situación, según el Ministerio de Salud.

La mayor cantidad de histerectomías realizadas son por patologías “benignas”, enfatizó la ginecóloga y obstetra Patricia Asturizaga. Hay dos técnicas para realizar este procedimiento, una es la total en la que se remueve el útero y el cuello uterino; la otra es la subtotal en la que se saca el útero, pero se deja el cuello uterino por distintas razones que dependen de cada caso, explicó Pardo.

Esta operación se puede realizar a través de distintas vías. Puede ser laparoscópica, que es una de las menos invasivas; también se puede realizar por vía vaginal, que es de “mínima invasión” porque no implica ningún corte; o puede ser una histerectomía abdominal en la que se abre el vientre para sacar la matriz, que es la que más tarda en la recuperación de la paciente, sostuvo Ampuero.

Pardo, por su parte, señaló que la más recomendable es la vaginal porque la recuperación de la paciente es más rápida, al igual que con laparoscópica. Pero siempre hay que evaluar cada caso.

Toda operación tiene riesgos. Las histerectomías se realizan en una parte del cuerpo femenino bastante estrecha, que está en cercanía de otros órganos como la vejiga, los uréteres o el recto que pueden ser lesionados, pero que hay que poner en la balanza los pros y contras porque con este procedimiento lo que se quiere es “mejorar la calidad de vida”, sostuvo Ampuero.

Usualmente, un par de días después de la operación se da de alta a la paciente y al mes del procedimiento la mujer ya vuelve a sus quehaceres cotidianos, según Asturizaga, pero todo depende de la recuperación de cada paciente. No deben hacer esfuerzos ni cargar cosas pesadas mientras mantienen una alimentación balanceada.

En el Hospital de la Mujer de La Paz se realizaron 302 histerectomías en 2023. Fotografía: Sandra Taborga.

Pardo acotó que la mayoría de las mujeres que se someten a este procedimiento oscilan entre los 45 y los 60 años. En 2023 en el Hospital de la Mujer se realizaron alrededor de 302 histerectomías, 178 abdominales y 124 vaginales. Se estima que el 30% de las operaciones realizadas en ese nosocomio son histerectomías, en un día se pueden realizar cinco de estos procedimientos, a la semana se hacen aproximadamente 15 cirugías de este tipo.

Ampuero hace unas 10 histerectomías a la semana y en toda su carrera médica ha realizado aproximadamente 2.000 operaciones de este tipo. Asturizaga, por su parte, sostiene que es de las cirugías que menos realiza porque su especialidad es otra.

Sentirse incompleta: la historia de Evelin

A Evelin (nombre ficticio), de 47 años, le informaron que le sacaron el útero por las complicaciones en el parto de su cuarto hijo, en 2017. Ella estuvo internada tres días en un hospital en la ciudad de El Alto y luego debía guardar reposo por al menos dos meses teniendo a su hija recién nacida. No fue fácil estar postrada en cama sin poder ni siquiera alzar a la bebé. Los quehaceres del hogar recaían sobre ella y si bien al principio tenía la ayuda de su esposo y sus otros hijos, con el tiempo tuvo que dejar los dolores atrás para volver a trabajar vendiendo en el mercado, pues era ella la que proveía el sustento a su familia.

Evelin mantiene su hogar con su trabajo como vendedora de mercado. Fotografía: Sandra Taborga.

El estrés de proteger a la recién nacida, cuidarse a sí misma y ver de dónde sacaba el dinero para el alquiler le llevaron a sentir una angustia profunda. A eso se le sumaba una sensación de “inutilidad” de estar “incompleta” de “ya no ser mujer”, de “estar vacía”. “Ser mujer para mí es dar vida y tener útero”, dice.

Evelin vivía su tristeza en silencio, la operación no solo había causado cambios en su cuerpo, sino también en su matrimonio. Ella no quería mantener relaciones sexuales con su esposo, tenía miedo de sentir dolor, eso provocó que su marido la ignorara y que poco a poco esté menos tiempo en casa. La aymara no quería preguntar a los médicos sobre relaciones sexuales, tenía vergüenza, pero al mismo tiempo se sentía intranquila al pensar que esto podía causar la ruptura con su pareja.

Siete años después de la operación, Evelin aún recuerda ese tiempo en medio de lágrimas y si bien continúa su matrimonio es un problema recurrente el mantener relaciones sexuales. Aún no se siente cómoda.

El doctor Ampuero señaló que las mujeres pueden volver a tener su vida sexual con normalidad después de un tiempo de la operación, aunque muchos esposos dicen que “ya no es lo mismo”.  Pero nada cambia, no hay diferencia, por eso, recalcó que es importante que los médicos indiquen estos datos antes de realizarse la histerectomía para que estén más tranquilas.

“La vida sexual no acaba después de retirar la matriz. Hay que explicarle eso a la paciente, hay que generar confianza, hay que darle instrumentos para que la cirugía sea un acto que le resuelva un problema de salud, pero que no le cree otros problemas complejos”, acotó Pardo.

Con un modelo anatómico de útero y ovarios, el ginecólogo Igor Pardo explica el procedimiento de la histerectomía. Fotografía por Sandra Taborga.

El ginecólogo agregó que hay casos en los que los maridos rechazan que sus esposas sean operadas porque luego “no van a servir” y que muchas mujeres se sienten “mutiladas” después de la operación. “El médico no tiene que dedicarse solamente a la parte física, a retirar el útero, porque no es como retirar una muela, el médico tiene que entender el significado simbólico que tiene el útero para la mujer”, recalcó.

Por eso hay varios estudios que señalan que es necesario que las pacientes que van a someterse a este tipo de cirugías pasen por una “valoración psicológica” y tengan este acompañamiento que es fundamental para que se maneje el impacto emocional de la mujer ante la ausencia del útero, señaló Pardo.

El duelo con tu propio cuerpo

La psicóloga María Gabriela Rodríguez indicó que no todos los hospitales, sean privados o públicos, cuentan con apoyo psicológico para las pacientes que pasan por este procedimiento. En su mayoría no le dan la debida importancia al acompañamiento terapéutico, por lo que es necesario que se “humanice la salud” para brindar un servicio integral donde no solo se enfoque en el bienestar físico, sino también el mental. “Es importante entender que cada cuerpo es único, es importante personalizar y no generalizar los procesos”, dijo.

Es por eso que es relevante conocer el diagnóstico de cada paciente y comprender el motivo de cada histerectomía, no es lo mismo pasar por un proceso por tener miomas que por un cáncer. Es relevante conocer las creencias que están alrededor “del ser mujer”, saber si la paciente ya tiene hijos o no, las circunstancias del proceso, la autopercepción y también “preparar un duelo con el propio cuerpo” que es único en cada paciente, explicó Rodríguez.

Sala de espera del Hospital de la Mujer. Fotografía por Sandra Taborga.

Agregó que despedirse de una parte del cuerpo que tiene tanta relación con la idea de la “feminidad” y el “dar vida” es muy importante para evitar que en el futuro la paciente se deprima, tenga ansiedad, una sensación de “no merecimiento” e incluso que esto repercuta en una ruptura familiar. “Hay que darle espacios donde esa persona pueda drenar sus emociones, donde pueda expresar su pensar y su sentir de toda la situación”, recalcó Rodríguez.

Este proceso de duelo no solamente es con su cuerpo, sino también con soltar ciertas “creencias” relacionadas con la fertilidad o el valor de ser mujer que se rompen para “volverse a reconstruir” en su nueva realidad, comentó la psicóloga.

No hay tiempo para deprimirse: la historia de Diana

 Cada proceso es único, cada mujer reacciona de distinta manera ante una histerectomía, a algunas les afecta más que a otras. A Diana (nombre ficticio) le detectaron varios miomas en el útero, por lo que debía someterse a una operación laparoscópica hace una década. En ese tiempo ella se rehusaba pasar por el quirófano, le daba temor someterse a una cirugía y “sentir dolor”. Ese miedo incluso fue una de las razones por las cuales decidió no tener hijos para evitar tener una cesárea. Así que dejó que el tiempo pasara sin hacer nada al respecto.

A sus 52 años presentó unos sangrados abundantes. Los miomas habían crecido, algunos se habían calcificado, por lo cual urgía operar, no había otra opción. Diana visitó médicos privados para ver qué alternativas menos invasivas había, le habían dicho que tenían que “cortar como si fuera una cesárea”, hasta que en un hospital en La Paz le dieron una opción que era precisamente la cirugía “laparoscópica vaginal” que terminó aceptando. El momento de la operación tuvieron que hacerle un corte en la vagina porque estaba sangrando mucho, cuenta.

Elementos en un consultorio de ginecología del Hospital de la Mujer. Fotografía: Sandra Taborga.

La mente de Diana estaba enfocada en recuperarse rápido porque una semana después de la operación debía hacer un viaje laboral a Perú que no podía posponer, por lo que caminó al día siguiente, se compró una faja y todos los medicamentos indicados. Empezó a trabajar unos días después de la intervención.

“Hay dos lujos que no me puedo dar, uno es el estar en silencio porque vengo de una familia grande y el otro es tiempo para deprimirme. Siempre tengo muchas cosas que hacer y en realidad ese es un poco mi motor en la vida”, dice.

Comenta que no sintió depresión en ningún momento y que tomaba la operación como una “ayuda” a su cuerpo, por lo que no le parecía necesario el acompañamiento psicológico. No sintió tristeza por la ausencia de su útero y toda la situación fue “racionalizada”.

“Cuando racionalizas las cosas no hay tiempo para clichés como que tienes que ser mamá para realizarte en la vida, no es cierto, tienes que casarte para realizarte, no es cierto, el útero no te hace mujer”, recalca.

Diana viajó a Perú a los seis días de la operación asumiendo su responsabilidad de cuidados, llevando todos los medicamentos necesarios por si pasaba algo imprevisto y siguió con su vida con total normalidad. “Nada ha cambiado”, evalúa ahora.

Limpiezas de útero: un complemento para liberar el dolor

Muchas mujeres buscan espacios seguros para expresarse ya que prefieren no hacerlo con sus familiares ni con los psicólogos. Precisan otras alternativas que puedan ayudarles en el proceso de sanar el caos interno que a veces sienten por la ausencia de su útero. Los círculos de mujeres, las técnicas de respiración y las infusiones de plantas medicinales han sido un refugio para algunas.

Un grupo de mujeres durante una sesión de terapia holística, para la sanación del útero. Fotografía: Gabriela Calvi, terapeuta holística.

La terapeuta bioenergética Gabriela Calvi explica que ella comenzó a realizar “limpiezas de útero” por una búsqueda propia de aliviar de alguna forma sus dolores menstruales. Añade que a través de la “biodescodificación”, que intenta encontrar el origen metafísico de las enfermedades, ha logrado “soltar” muchas emociones que estaban guardadas en ella y que esto le ayudó a mejorar. Esta experiencia le dio la idea de comenzar un taller en el que se reúnen mujeres que tienen miomas, cáncer, abortos espontáneos, partos complicados, menstruaciones dolorosas, entre otros padecimientos, para ayudarles a sacar sus emociones y “liberar” su dolor.

Gabriela utiliza herramientas de respiración para que las integrantes de su taller suelten las preocupaciones; también, velas e infusiones tranquilizantes para que ellas puedan expresar sus emociones, logren perdonar y sentirse vulnerables. “Se busca sanar ‘linajes’ familiares que se transmiten de mujer a mujer a través del útero, pues esta parte del cuerpo guarda mucha energía y sentimientos que no han sido expresados”, explica.

Recalca que esto es un complemento y que siempre aconseja que acudan al médico y que no dejen de hacer sus tratamientos; pero en sus talleres ve a mujeres desahogarse, llorar, perdonar y salir más aliviadas.

Mujeres formando un círculo en el cierre de una sesión de terapia holística para la sanación del útero. Fotografía por Gabriela Calvi, terapeuta holística

El impacto de vivir sin útero es distinto en cada una y la decisión de hacerse una histerectomía es compleja. La experiencia de cada mujer está marcada por sus propias emociones y contextos, por lo que en este proceso es importante el acompañamiento psicológico y la información clara y empática. Así como Ruby, Evelin y Diana tuvieron la fortaleza para seguir adelante, también recomiendan, al igual que los médicos, realizarse chequeos generales, el papanicolau, la mamografía al menos una vez al año para que “no sea muy tarde”.

“No tengan miedo, todo diagnóstico a tiempo es curable. Créanme que hay un antes y un después de la cirugía, pero todo es para bien”, asegura Ruby.


Foto portada: Getty Images.



Yolanda Salazar es paceña, amiga, hija y periodista. Trabajó en Página Siete, la Agencia de Noticias Fides y actualmente en la agencia de noticias EFE.
Yolanda Salazar es paceña, amiga, hija y periodista. Trabajó en Página Siete, la Agencia de Noticias Fides y actualmente en la agencia de noticias EFE.