La quinua, el grano de oro golpeado por la crisis climática

Karen Gil

La sequía se agravó con los años en el altiplano sur y afecta directamente a la producción de la quinua. Además, esta tiene que enfrentar otros fenómenos climáticos como la helada y los fuertes vientos.

Edición 13, 20 de diciembre 2020.

Fotografías: Rocío Condori.

Don Patricio Atora camina por su sembradío y poco a poco hace recuento de los daños. A su lado derecho se ven las pequeñas plantas de quinua que crecen. Se trata de la segunda siembra que realizó. Al otro lado está todo un sector que perdió en su primera siembra de septiembre, a causa de la helada que azotó a mediados de noviembre de este año.

“Va haber menos producción. He sembrado dos quintales; tenían que rendir 200 quintales de quinua. Pero la mitad se ha perdido. Espero que no venga la helada, porque a veces viene de pronto”, relata aún con voz visiblemente afectada por la pérdida.

 Él es productor de la comunidad de Pagador, del municipio orureño de Sabaya, que queda muy cerca de la frontera con Chile. Una de las principales vocaciones de este lugar es el cultivo de la quinua real, principalmente orgánica. Pero este es perjudicado por la crisis climática que en los últimos años ha golpeado al sector quinuero, tanto de Oruro como de Potosí.

Patricio es productor hace más de 20 años y explica que es la primera vez que le atacó la helada de este modo. Dice que si hubiera sembrado un día después no hubiera pasado nada, pero a causa de los cambios del clima no pudo prever lo ocurrido.

Esta variabilidad climática que siempre hubo el altiplano sur de Bolivia se profundizó por la crisis climática. Y esto coloca en un un riesgo constante a la producción agrícola, que se suma a que este territorio se caracteriza por tener tierra árida.

Esta crisis alteró la tecnología ancestral en la que se basa esta zona quinuera, donde los productores sabían cuándo y cómo producir. Pero ese sistema está afectado porque hay heladas cuando no debería haber y la sequía es más fuerte que antes.

Don Patricio no fue el único de su comunidad que vio castigada su producción. Doña Leoncia Sandóval y don Edgar Fernández ya se vieron perjudicados años pasados y temen correr con la misma suerte en esta siembra. La pérdida más reciente fue la cosecha del cultivo de 11 hectáreas que plantaron en el ciclo del año pasado.

Doña Leoncia cuenta que, en carnavales de este año, cuando las plantas de la quinua ya estaban grandes, y a menos de dos meses de ser cosechadas, fueron lastimadas por la helada que llegó entre diciembre y enero pasados.

“La quinua estaba negra, porque había sido afectada por la helada. Harto hemos perdido”, relata esta productora, con más de 15 años de experiencia en el rubro, antes de ir a revisar su actual siembra.

Don Edgar, su esposo, explica que los tres fenómenos climáticos que afectan a la producción son la helada, la sequía y el viento. En el altiplano sur los vientos son tan fuertes que logran enterrar con arena a las plantas que están retoñando y precisamente, este cubrió algunas de sus matas de su nuevo cultivo.

Lo que ocurre en este sector se repite en los otros puntos productores de la quinua, por ejemplo, en el municipio Salinas de Garci Mendoza, ubicado en el sector entre los salares de Uyuni y Coipasa. Allá, las 16 comunidades de la Marka Aroma, territorio indígena que agrupa a tres ayllus, se vieron damnificadas por la helada que ocurrió el 15 del mes pasado.

El jiliri mallku de la Marka Aroma, Eulogio Quispe, asegura que se perdió el 80% de lo sembrado en septiembre y que tan solo se logró rescatar el 20%, principalmente de las serranías.

La sequía se agudiza

Además de la helada, lo que más les preocupa a los quinueros del altiplano sur es la sequía, pues se trata de un lugar donde las precipitaciones son bajas, lo que no ayuda a recuperar lo afectado por otros fenómenos climáticos. Quispe afirma que tras la helada se podría resembrar, pero ya a finales de noviembre no conviene hacerlo pues no habría agua durante el crecimiento de la planta.

De acuerdo con el estudio “Cambio climático sobre la producción de quinua en el altiplano boliviano y la capacidad de adaptación de los agricultores”, la sequía es el principal factor relacionado al cambio climático.

El especialista en cambio climático de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), Pedro Vallejos, explica que, si bien, la quinua es el único producto que se adaptó a las condiciones áridas, como cualquier otro cultivo requiere agua, esencialmente en las primeras etapas: tres o cuatro primeras semanas luego de la siembra.

“El ciclo hidrológico ya no es igual. Si antes teníamos precipitaciones en noviembre se está recorriendo a diciembre y enero. Esto tiene efectos en la producción (…) La siembra de este año no ha recibido agua. No hubo precipitaciones; con seguridad ahí tendremos un fuerte problema para la producción de quinua para 2021”, asegura Vallejos.

El investigador afirma que en el altiplano boliviano se identificó que la temperatura se incrementó en los últimos 40 años y que, específicamente, la del intersalar aumentó 0,64 grados centígrados.

A ello se suma la reducción de las lluvias. Según los reportes hídricos, en los últimos años, la precipitación disminuyó entre 20 y 20 milímetros. Esto tiene un efecto directo a las necesidades hídricas de los cultivos de la quinua.

“Hace más calor y está lloviendo menos. Estas situaciones son dramáticas y de efecto directo en la agricultura. Y esto está contrastado con los datos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por su sigla en inglés), que indica que en zonas áridas y semiáridas la temperatura se incrementará gradualmente y las precipitaciones se reducirá entre 10 y 15%”, sustenta.

Esta reducción de lluvias es sentida por los productores. Don Edgar recuerda que hace algunos años solo llovió tres días y que, por ello, el grano de la quinua salió pequeño. Se refiere a la sequía de 2017, cuando se redujo el rendimiento del cultivo, pues solo se cosechó 365 kilogramos (kg) por hectárea (ha), lo que en buenas épocas llegó a 1.300 kg por ha, de acuerdo con los datos de Asociación Nacional de Productores de Quinua (Anapqui).

Edgar y y Leoncia revisan el cultivo de quinua.

La minería agrava el acceso a agua

La sequía que golpea al sector quinuero es agravada por la presencia de la minería, que limita el acceso al agua. Y esto se siente mucho más en la provincia Nor Lípez de Potosí. Allá, en el municipio de Colcha K, se encuentra la minera San Cristóbal, una de las más importantes de Bolivia, con tecnología de punta y que explota a cielo abierto.

La investigadora del Postgrado en Ciencias del Desarrollo (Cides) de la UMSA, Elizabeth Jiménez, afirma que, para dicha labor, San Cristóbal extrae aguas subterráneas que está afectando a los ecosistemas regionales, relacionados con la producción quinuera.

“La producción de quinua depende fundamente del acceso y uso de praderas, de bofedales. Sabemos que la producción de quinua tradicionalmente ha sido llevada a cabo con el binomio quinua y llamas. Es decir, hay una estructura ecológica de ecosistema que se ha adaptado a ese lugar y donde las estrategias de vida, particularmente de los productores de quinua dependen pues de esa estructura social, económica y ecológica”, dice.

A esta actividad extractiva se suma una latente, la industrialización del litio del Salar de Uyuni, la cual también requeriría de importantes cantidades de agua. Esta, según Jiménez,afectará a mediano y largo plazo a los productores quinueros.

Cuantiosas pérdidas

Anapqui —a través de su Programa de Producción de Quinua Natural (Proquimat)— ha registrado que hasta inicios de diciembre el 25% de la siembra proyectado para la producción de quinua está en pérdida. Es decir, un cuarto de la producción de lo plantado en 4.200 hectáreas fue afectado por la helada, vientos y la falta de lluvias.

A esto se suma que la comercialización de este grano ha reducido considerablemente debido a la crisis sanitaria de la pandemia del coronoavirus, que ha ocasionado que las exportaciones se paralicen o disminuyan, explica el subgerente de Proquimat, Eduardo Paye.

En ese contexto, los productores detallan que si normalmente un quintal se vendía a 650 bolivianos actualmente se vende a 350 bolivianos, principalmente en el mercado negro, que lleva quinua a Perú, para que las empresas de allá exporten a otros países.

El gusano ataca principalmente a la planta en su primera etapa,

Estos precios no justifican la inversión que se realiza en la producción de la quinua, la cual además tiene que batallar con las plagas, las cuales a causa de la crisis climática ataca con fuerza a la producción.

Durante su revisión diaria de sus cultivos, doña Leoncia se sienta en medio de la siembra y revisa con detenimiento las pequeñas plantas que están creciendo. Divisa que algunas hojas además de ser afectadas por la helada también están siendo atacadas por el gusano, una plaga que en los últimos años se come el grano de oro.

Insuficiente atención estatal

Ante esta alarmante situación por la que atraviesa la producción del grano de oro, los especialistas afirman que se requieren tareas de gran envergadura para adaptarse las consecuencias de la crisis climática. Sin embargo, los productores coinciden en afirmar que si bien el Estado, desde sus distintos niveles, coadyuvó en varias tareas para atender las afectaciones del cambio climático, no son suficientes.

Paye explica que el Estado no ha trabajado en relación al rendimiento y mejoramiento de la tecnología del cultivo y que ello es importante en el actual contexto.

Vallejos, quien estudia el cambio climático y sus afectaciones en la quinua hace una década, explica que varias acciones del Estado fueron puntuales e insuficientes. Por ejemplo, recuerda que el Centro Internacional de la Quinua, que tiene como sede principal el departamento de Oruro, y centros focalizados en los municipios de Salinas de Garci Mendoza y en Pampa Aullagas.

En relación a los trabajos de los municipios y la Gobernación, el asambleísta departamental Luis Fernández, reconoce que existe mucha burocracia en las ayudas a los productores y que cubren muy poco de lo perdido por las afectaciones climáticas.

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Respecto a las tareas específicas sobre la producción de la quinua que realiza el Ministerio de Desarrollo Rural, desde esa instancia informaron que no se referirán al tema debido a que, por fin de año, se encuentran realizando informes de gestión.

Sin embargo, en términos generales, el titular de esa cartera, Edwin Characayo, informó, la semana pasada, que se destinará 13.393.034 de bolivianos para atender a las familias damnificadas por sequía, helada o granizada. Dicho monto, se distribuirá a 13.695 familias de agricultores en 599 comunidades de 50 municipios.

Mejora del rendimiento

Los especialistas en el tema explican que el Estado debe apuntar a mejorar el rendimiento de los cultivos ya existentes y no así a continuar ampliando más hectáreas cultivadas.

Vallejos habla que para ello se deben realizar cuatro tareas importantes que, además contrastarían las afectaciones de la crisis climática. Entre las más relevantes están la mejora de la semilla y el acceso a agua.

En la misma línea, Jiménez recomienda al Estado en apuntar a la mejora del rendimiento a través de la investigación.

“El Estado tiene un rol súper importante (…): la producción del conocimiento para qué, para el cambio de tecnologías orientada hacia la sostenibilidad, lo que pasa es que la quinua del altiplano sur es famosa mundialmente porque es la única quinua real orgánica”, afirma.

Resalta que precisamente para mejorar los rendimientos el acceso al agua es vital. Esto coadyuvaría bastante la inversión que realizan los productores, más los ecológicos. Pues la producción de la quinua orgánica exige bastante cuidado y, por ende, mano de obra y capital.

Y eso lo saben bien los productores, entre ellos don Patricio, quien cuenta que es muy difícil cultivar y demanda mucho dinero, el cual muchas veces se pierde. Pero que él y los otros productores continúan con esta labor porque es la única opción agrícola.

“Pero a no tener otro ingreso obligado tenemos que hacer eso. Qué trabajo más vamos a hacer. Porque acá solo da quinua no más”, finaliza.

“Esta investigación fue realizada en el marco del Fondo de apoyo periodístico “Crisis climática 2020” que impulsan la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), Comunidad en Acción y la Fundación para el Periodismo”.


Karen Gil es periodista de investigación, especializada en temas relacionados a derechos humanos. Es autora del documental «Detrás del TIPNIS» (2012), del libro «Tengo Otros Sueños» (2018) y coautora de «Días de Furia» (2020). Ganó dos veces el premio nacional periodismo de la APLP, en su categoría digital (2016 y 2022).
Karen Gil es periodista de investigación, especializada en temas relacionados a derechos humanos. Es autora del documental «Detrás del TIPNIS» (2012), del libro «Tengo Otros Sueños» (2018) y coautora de «Días de Furia» (2020). Ganó dos veces el premio nacional periodismo de la APLP, en su categoría digital (2016 y 2022).