Mujeres luchan por la soberanía alimentaria con huertos periurbanos

Ale Cuevas

Las mujeres de los barrios del distrito 8, 9 y 15 de la zona sur de Cochabamba apuestan por el huerto periurbano, para alimentar a su familia. Hacen el esfuerzo de contar con agua para el riego de sus cultivos de hortalizas, verduras y hierbas aromáticas en un sector con problemas de uso y consumo del líquido.  

Edición 75. Jueves 16 de diciembre de 2022. 

En la cima de un terreno árido, Giovanna Villarroel cultiva hortalizas y una variedad de hierbas aromáticas en su huerto, donde el aroma de la quirquiña evoca a un k’allu cochabambino. Con el tiempo, esta producción en pequeña escala se extendió hasta los siete metros cuadrados, lo que permite garantizar la alimentación de su familia en una zona con problemas de acceso al agua.   

La casa de Giovanna está a 30 minutos de la ciudad de Cochabamba, se trata de la zona Alto Paraíso, distrito 9 del municipio de Cercado. Al igual que éste, los distritos 5, 6, 7, 8 y 14 de la zona sur tienen más carencias y necesidades, según el Centro de Información de Bolivia (CEDIB).

Giovanna empezó con su huerto antes de la pandemia, habilitó un espacio de un metro cuadrado; luego lo amplió para cultivar todas las hortalizas necesarias. Cuando llegó la crisis sanitaria ella invitaba a los vecinos lo cosechado; después, ellos hacían los pedidos.

Al establecerse en Alto Paraíso, Giovanna se afilió con 1.800 dólares (Bs 12.500) a dos comités que proveen agua de pozos y debe pagar al mes una cuota de Bs 30, a cada uno.

María Eugenia Flores, técnica de la Coordinadora de Integración de Organizaciones Económicas de Cochabamba (CIOEC), explica que, entre 2000 y 2005, se identificaron 250 sistemas comunitarios de agua (comités y cooperativas) en la zona periurbana de Cochabamba. Estima que, en estos 20 años, la cifra triplicó debido al crecimiento poblacional.

Una vista del huerto de Giovanna Villarroel, en Alto Paraíso, distrito 9. Foto: Ingrid Domínguez.

En época seca, cuando los niveles de agua en los pozos bajan, Giovanna reduce el riego en sus cultivos solo para mantener húmedo su huerto.

Ella forma parte del Grupo Productoras Ecológicas Periurbanas “Nueva Esperanza”, organización compuesta por socias de los barrios Primero de mayo, Fortaleza Grande, Santo Domingo, Pucarita Chica y San José, del distrito 9.

Hace 14 años que Blanca Villaroel, presidenta del Grupo Productoras Ecológicas Periurbanas “Nueva Esperanza”, tiene su huerto y garantiza agua para el riego, uso y consumo con la afiliación a tres comités. “Si un (pozo) se seca, está el otro para abastecer”, dice.  

Ella vive en la frontera de las comunidades, Azirumarka y Santo Domingo. Al ingresar a su vivienda se ve al costado, plantas de acelga, pero, detrás de su casa, hay una variedad de hortalizas y hierbas aromáticas.

De las 30 socias del Grupo “Nueva Esperanza”, inscritas en un principio, casi la mitad dejó la organización, porque en sus barrios, comunidades y OTB es difícil el acceso de agua para consumo, más para riego. Otras continúan con su huerto sin ser parte de grupo. Esta organización de mujeres recibe capacitación de la Fundación Agrecol Andes, que promueve la agricultura agroecológica.

Autoconsumo asegurado

Las agricultoras dicen que la gran satisfacción de los huertos son los resultados: hortalizas producidas de manera accesible. Gracias a ello dejan de comprar verduras y, además, generan ingresos para recreo o pasajes de los hijos con la venta del excedente.

Pero, para mantener los huertos necesitan de una provisión permanente de agua. Cuando hay lluvias ellas no cuentan con tanques para la cosecha, ya que estos demandan inversión.

En el distrito 8, algunas de las familias que son constantes con sus huertos son beneficiadas con tanques para cosecha de agua ya sea de lluvia o de cisternas. Se trata de la Fundación Alerta Verde, que en los primeros días de diciembre entregó tres tanques de agua a las familias que fueron persistentes con sus huertos.

Una de las beneficiadas es Emiliana Quispe, quien, desde que tiene su huerta, dejó de comprar verduras del mercado, porque “no aguantan, se ponen amarillas” y lo que cosecha “está fresca”. Perejil, apio, vaina, remolacha y rábano son la variedad de verduras y hortalizas que produce.

Mientras que Beatriz Sánchez, otra beneficiada que lleva dos años con su huerto, destaca la producción de lacayote, pepino y se emociona al recordar el tamaño de los tomates de su reciente cosecha. Confiesa que está feliz porque ya no compra muchas verduras del mercado “Con el tanque tendré más ayuda, regaré y estará más verde”, dice.

El acceso al agua en la zona Sur de Cochabamba es limitado. Foto: Ingrid Domínguez.

Rosabel Campos —la tercera a la que entregaron el tanque de agua— no oculta su emoción al hablar sobre la producción de rábanos, apio, vaina, tomate, espinaca, cilantro y perejil, “porque todo está fresco para cocinar”.

Estas son las experiencias de mujeres de los distritos 8 y 9 que, pese a la escasez de agua, aseguran para sus familias verduras y hortalizas.

En mayo de este año, el Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario (Semapa) puso en marcha el sistema de agua potable en 19 OTB del distrito 8, garantizando el líquido una vez a la semana, pero en la lista no están Minero San Juan ni Alto Litoral.

Edith Villarroel hace el riego de lluvia para mantener húmeda la huerta, Alto Paraíso, Distrito 9. Foto: Ingrid Domínguez.

La urbanización

En estos distritos y otros de zona sur de Cochabamba, la otra problemática es la urbanización acelerada por la migración campo ciudad por la falta de agua, un fenómeno apresurado debido al cambio climático, explica Óscar Olivera, uno de los protagonistas de la Guerra del Agua de Cochabamba, en 2000.  

“Si uno habla con algún poblador de la zona periurbana, le dirá: ‘No había agua en el campo”, pero vive en las mismas o peores condiciones que en el campo, no tiene acceso al agua”, observa Olivera.

Huertos escolares para replicar en las familias  

Arnold Brouwer, director Ejecutivo de la Fundación Alerta Verde, en 2006, empezó con el proyecto de huertos escolares de la zona sur de Cochabamba, dos años después, implementó el de huertos familiares.

Los huertos escolares consisten en enseñar a los niños a cómo hacer uno. Luego de los conocimientos adquiridos, a fin de año, se les regala semillas para que, con la llegada de la lluvia, puedan sembrar en sus casas verduras y hortalizas para mejorar la alimentación libre de químicos, explica el holandés.

Una experiencia de huerto escolar es la del Centro Infantil Comunitario “San Vicente de Paul”, del barrio Ushpa Usha, del distrito 8 de la zona sur de Cochabamba. La responsable de este lugar, María Iriarte, cuenta que los niños menores de cinco años y padres de familia ayudan en el huerto, y así se asegura la alimentación sana de los niños.

En época de clases, cada miércoles era destinado a trabajar en el huerto. En octubre, cuando no había agua, los papás se encargaban de regar los cultivos de lechuga, espinaca y vaina, con valdes. “En esa zona, realmente, el agua tenemos que valorarlo bastante”, dice Andrade.  

Entre 2008 y 2009, Alerta Verde empezó con el modelo de huerto “pie cuadrado”, es decir, habilitar un espacio de 1,20 metros cuadrados para cultivar 16 diferentes productos. Una forma de minimizar el uso del agua es usar en el suelo el mulch, una cobertura orgánica para mantener mejor la humedad, y otra es usar el tercer enjuague del lavado de ropa o agua de cocina sin sal.  

Soberanía alimentaria

Para Casta Catorceno, responsable técnico de la zona periurbana del distrito 4 del municipio de Arbieto de la Asociación Agroecológica y Fe todas las iniciativas de huertos en barrios periurbanos tienen el objetivo de contribuir a la soberanía alimentaria.

Personal del Centro Infantil Comunitario «San Vicente de Paul» que apoya en el huerto escolar Foto: Ingrid Domínguez.

“Si bien ellas no tienen espacios grandes para cultivar alimentos en extensiones grandes, con esa mirada de generar recursos económicos como se piensa en el área rural, en las zonas periurbanas destinan la producción directamente al consumo, lo que garantiza la soberanía alimentaria y, por qué no, la seguridad alimentaria”, dice Catorceno.  

En Santa Rosa de Lima, distrito 4 de Arbierto, la Asociación Agroecológica y Fe construyó los pozos circulares individuales, que son reservorios de agua para el consumo, uso y riego de huertos, para 12 familias.

Ahora se replicará la experiencia en dos OTB, Nuevo Amanecer y Chaupiloma, del distrito 15 del municipio de Cercado, donde el terreno es infértil y pedregoso, lo cual demandará bastante trabajo, pero las señoras están animadas.

“Se tiene un grupo de 20 mujeres que están implementando sus huertos en la zona sur de Cercado, casi cerca a Santa Rosa, alrededor del botadero de Kara kara”, dice Catorceno.

Catorceno considera que es un desafío para la Asociación y para las mujeres que trabajan en sus huertos, porque tendrán condiciones limitadas.  

Las beneficiarias de los huertos de Santa Rosa de Lima, en una reunión, se comprometieron a compartir experiencias con las mujeres de las OTB Nuevo Amanecer y Chaupiloma. “Eso nos mantiene motivadas a las mujeres”, dice la técnica de la Asociación Agroecológica y Fe.

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Fotos y videos: Ingrid Domínguez.

Foto `portada: Aleja Cuevas.


*Esta investigación fue realizada en el marco del “Fondo de apoyo periodístico Crisis climática 2022”, que impulsan la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático y la Fundación Para el Periodismo (FPP).


Aleja Cuevas trabajó como redactora en tres medios impresos: La Prensa, Página Siete y La Razón. Fue ganadora de segundo lugar del Premio de Reportaje sobre Biodiversidad 2011, de Conservación Internacional con el reportaje “La Laguna Colorada agoniza”, publicado en La Prensa.
Aleja Cuevas trabajó como redactora en tres medios impresos: La Prensa, Página Siete y La Razón. Fue ganadora de segundo lugar del Premio de Reportaje sobre Biodiversidad 2011, de Conservación Internacional con el reportaje “La Laguna Colorada agoniza”, publicado en La Prensa.