Oro, cooperativas y criminalidad horadan Yani, el pueblo de piedra

Liliana Carrillo

Ocho muertos y una decena de heridos por arma de fuego en un año es el saldo de los enfrentamientos entre mineros cooperativistas en el cantón Yani, vecino a Sorata. En abril, una explosión en el campamento Hijos de Ingenio segó cinco vidas y aún no se halla a los responsables. ¿Es Yani la punta del iceberg de criminalidad que se oculta tras la extracción aurífera? 

El ataque comenzó hacia la una de la madrugada del pasado jueves 3 de abril. “Casi una hora han durado los disparos de metralleta hasta que ha explotado la bomba”, coinciden los sobrevivientes del conflicto entre cooperativas mineras en el cantón Yani, provincia paceña de Larecaja. La detonación, aparentemente de un explosivo manejado a distancia, destruyó parte del campamento Hijos de Ingenio y se llevó cinco vidas: tres jornaleros, una mujer y un bebé de un año. Cuatro meses después, no hay culpables.

No fue el primero. Enfrentamientos violentos y muertos se reportan en la región aurífera de Yani, del municipio de Sorata, desde hace un lustro. Sólo en 2024, los conflictos entre cooperativas que operan en el cantón dejaron dos policías fallecidos y una decena de heridos de bala.

Daños en el campamento de la cooperativa Hijos de Ingenio en Yani, Sorata. Foto: Fecoman

¿Por qué, con tales antecedentes, no hubo acciones de prevención? ¿Por qué se perdieron cinco vidas en un ataque que hasta ahora no tiene responsables? ¿Es Yani apenas la punta del iceberg de la criminalidad que se oculta tras la extracción aurífera cooperativista?

“Ante la falta de normativa, la falta de capacidades interinstitucionales para establecer mecanismos de control que entiendan que la lucha contra la minería ilegal es transversal, y los beneficios que tiene el sector cooperativista, Bolivia corre el riesgo de generar un modelo propio de minería ilegal en el que la figura del cooperativismo sea utilizada por actores criminales”, expone el abogado Jaime Cuéllar, especialista en temas mineros. Un ejemplo de aquello, “es lo que sucede en Yani, donde operaciones de tipo militar están siendo ejercidas por actores productivos mineros”.

Cumbre de cooperativas

El camino que lleva al cantón Yani desde Sorata es serpenteado. Se asciende entre la yunga hasta ver en plenitud al Illampu y a su hermano mayor pero menos famoso, el Ancohuma. Se trepan dos cumbres nevadas, se baja por una montaña oscura y se recorre un tramo de tierra; dos cumbres, una montaña, un tramo de tierra.

El Illampu y el Ancohuma. Foto: Antonio Espinoza

Tras una hora de viaje aparece el primer campamento con dragas, camiones y techos de color naranja de la Cooperativa Minera Aurífera Unión Progreso RL. Hay que ascender hasta los 4.300 metros de la cumbre Calacruz para divisar, entre recuas de llamas, el letrero de la Cooperativa Minera Aurífera Yani RL: “Prohibido el ingreso de vehículos públicos y personas no autorizadas”. 

La cumbre Calacruz. Foto: Antonio Espinoza.

El descenso desde la cumbre está sembrado de otras cooperativas auríferas, muy cercanas unas de otras: San Vicente, Entre Ríos, San Pablo, La Suerte, Ximena, 24 de junio, Coronación, San Mateo, San Lucas (con llamativa cancha de fútbol de pasto sintético), Milenio, 2 de Mayo, Nueva Fortuna, Norah, Ingenio, Señor de Mayo, Hijos de Ingenio… Estas dos últimas, las protagonistas de los recientes enfrentamientos.

La Cooperativa San Lucas, con su flamante cancha, en el cantón Yani. Foto: Antonio Espinoza.

Las cooperativas proliferaron en Yani, como en todo el país, desde los años 80 hasta consolidarse como el mayor actor de la minería boliviana. La causa es la subida de los precios de los minerales, especialmente del oro, pero también las facilidades legales e impositivas otorgadas por el Gobierno. En conjunto, las cooperativas generan el 58,1% de la producción minera del país y aportan el 0,2% de los impuestos, según datos del Ministerio de Minería y Metalurgia y del INE (Instituto Nacional de Estadística).

De acuerdo con datos del Viceministerio de Cooperativas Mineras, en el país operan 2.300 cooperativas que registran más de 130.000 socios en la Federación Nacional de Cooperativas Mineras (Fedecomin). De éstas, aproximadamente el 70% son auríferas, están en el departamento de La Paz y concentran el 99% del oro que se produce en Bolivia.

Las cooperativas nacieron con un sentido comunitario de solidaridad y trabajo conjunto, pero en los hechos se han convertido en empresas dirigidas por pocos socios fundadores o kajchas, que emplean a miles de obreros o jornaleros sin contratos legales ni beneficios laborales.

“Las copes más antiguas son las más fuertes. Ahí puedes entrar como jornalero, pero imposible que llegues a ser socio. No se permite que ningún foráneo sea socio; aunque tengas plata, tienes que ser lugareño”, explica Pedro C., minero, agricultor, futbolista, chofer afiliado a un sindicato de Sorata y a la postre el guía del viaje.

En las listas de socios de las afiliadas a la Central de Cooperativas Mineras Yani Liguata R.L. hay apellidos que se repiten, incluso en auríferas en pugna: Quito, Limachi, Quispe, Panti… “Hay familias lugareñas que se juntaron y consiguieron una concesión; luego sus hijos también lograron otras y como no hay límites claros aquí, terminan peleando”, añade el conductor Pedro mientras, entre construcciones y maquinaria minera, ya se divisa Yani, el pueblo de piedra.

Señor de Mayo vs Hijos de Ingenio

Vecinas al pueblo de Yani y con no más de 500 metros de distancia entre sí, las cooperativas Señor de Mayo e Hijos de Ingenio mantienen una disputa de larga data por las áreas mineras San Ernesto y Protectora, además de una zona libre que no cuenta con autorización para labores mineras. Los conflictos se remontan al año 2000, con procesos judiciales por supuestos títulos de propiedad y denuncias de avasallamientos.

Desde 2023, las inspecciones técnicas de la Autoridad Minera confirmaron explotación ilegal de oro en áreas libres o francas en el cantón Yani y determinaron la paralización de actividades en al menos tres oportunidades. Para entonces la violencia campeaba en la zona.

El 23 de abril de 2024, un enfrentamiento entre mineros de Señor de Mayo e Hijos de Ingenio dejó a un adulto y a un niño con heridas de bala; el 24 de julio, otro conflicto derivó en la muerte de dos policías que eran parte de la tropa que acudió a una inspección en Yani tras una denuncia por minería ilegal de la cooperativa Señor de Mayo.

Operativo policial en la comunidad de Yani, julio de 2024. Foto: AJAM.

El 25 de julio de 2024, la AJAM La Paz emitió una nueva Resolución de Suspensión de todas las actividades mineras ilegales en el área libre de Yani y solicitó apoyo a la Policía Nacional para su ejecución. No obstante, el 12 de marzo de 2025, la AJAM nacional anuló la Resolución de Suspensión departamental debido a “inconsistencias” en el expediente administrativo. Tres semanas después se produjo el ataque que dejó cinco muertos en el campamento Hijos de Ingenio.

Las cooperativas Señor de Mayo e Hijos de Ingenio están a 500 metros de distancia. Foto: Antonio Espinoza

Para el presente trabajo periodístico se enviaron cartas de solicitud de información y petición de entrevistas sobre el tema, tanto a la AJAM nacional como a la departamental de La Paz. Hasta el cierre de edición no se recibió respuesta.

Pueblo de piedra y oro

El pueblo de Yani, a 4.000 msnm, tiene un millar de habitantes. Foto: Antonio Espinoza

Los niños de la Unidad Educativa Yani acaban de salir al recreo y se amontonan en el puesto de “sopitas” de fideo frente a la escuela. Sólo sus risas rompen el silencio en este pueblo incrustado en la montaña y orgulloso de sus construcciones de piedra laja que se remontan a tiempos antiguos. Puestas una sobre otra, las rocas oscuras arman casas con ventanas y puertas pequeñas envalentonadas por sus pesadas aldabas.

Yani es Patrimonio Cultural de Bolivia por Ley 729 del 18 de marzo de 1985, debido, precisamente, a esas viviendas macizas y a la iglesia de piedra del Señor “Sal si puedes” que es llevado en procesión con el rostro cubierto cada 3 de mayo. No obstante, la carta de presentación del pueblo es el oro.

Yani es Patrimonio Cultural de Bolivia por sus construcciones de piedra. Fotos: Antonio Espinoza.

“Antes más bonito era Yani. Todas las casitas eran de piedra con techo de paja. Ahora ya usan ladrillo y calamina”, recuerda Clementina Huerta, nacida en el pueblo hace siete décadas. “Ahora quedamos pocos vecinos de antes; los hijos se han ido a la ciudad y sólo vienen para la fiesta. Otros también llegan para trabajar en las cooperativas”.

Desde abril, las operaciones de las cooperativas auríferas vecinas a Yani —Ingenio, Señor de Mayo e Hijos de Ingenio— están paralizadas. “Cuando trabajan hay más movimiento para venderse. Ojalá no pelearan tanto porque nosotros queremos mejorar. Necesitamos posta médica, si alguien se enferma debe ir hasta la comunidad Ingenio o al hospital de Sorata. Lindo sería tener cancha, una buena sede”, dice Clementina desde su tienda de carne y abarrotes.

El oro es históricamente el motor económico de Yani. Foto: Antonio Espinoza

Los disparos, la explosión, los muertos

Una volqueta quemada, maquinaria patas arriba y una enorme mancha de ceniza son los vestigios del terror que vivió la aurífera Hijos de Ingenio la madrugada del 3 de abril. Un mes después, en el campamento no hay mineros, ni ruidos, ni puertas abiertas. Silencio, un río de aguas negras y un largo duelo, sólo eso. “Nos están mirando —advierte el guía— y aquí no les gustan los extraños”.

El campamento “Hijos de Ingenio”, desolado, un mes después del ataque. Foto: Antonio Espinoza

El “ataque” a Hijos de Ingenio comenzó a la 1:00 de aquel jueves, con disparos de arma de fuego. Una hora después se produjo la explosión que segó cinco vidas. Los heridos —entre ellos, uno de bala— fueron llevados al hospital de Sorata, donde los cooperativistas lloraron a los muertos entre pedidos de justicia.

“Se produjo una explosión de gran magnitud que afectó la integridad física de muchas personas; cinco de ellas, lamentablemente, producto de la onda expansiva han perdido la vida. Se presume que el artefacto fue detonado a distancia, lo que revela un nivel de preparación técnica. Estamos ante un delito de homicidio, pero no descartamos tipificarlo como terrorismo y explotación ilegal”, declaró al día siguiente el viceministro de Régimen Interior, Jhonny Aguilera. Un contingente de 350 policías fue enviado a la zona.

La Federación de Cooperativas Mineras Auríferas del Norte de La Paz (Fecoman) denunció que se trataba de “un atentado” en el que se usó “material bélico”. “En horas de la madrugada del jueves 3 de abril, la cooperativa minera Hijos de Ingenio R.L. habría sufrido un atentado por parte de la cooperativa minera Señor de Mayo R.L., con uso de material bélico, causando el destrozo total del campamento minero”, dice el pronunciamiento de la organización.

La entrada desierta al campamento Hijos de Ingenio. Foto: Antonio Espinoza

La AJAM determinó la suspensión de actividades mineras, hubo un detenido y los uniformados se fueron. “Vienen policías y se quedan unos días, igual fue el año pasado. Después nos olvidan y otra vez hay peleas”, lamenta María, vecina de Yani, quien pide no dar su nombre real: “Si hubiera visto esa noche la bomba, los disparos, los gritos, los muertos… ¿Cómo no va a haber miedo?”.

Minería ilegal, “modelo boliviano”

Aunque fue el más trágico, el conflicto minero cooperativista de Yani no fue el único en lo que va del año. El pasado 8 de mayo, en la comunidad Santa Rosa de Lima (Nor Yungas, La Paz), un grupo de choque atacó con dinamita y armas de fuego a comunarios que se movilizaban contra la minera ilegal ocasionando la muerte por disparo de bala de Nicanor Velásquez, padre del diputado masista Freddy Velásquez. El 29 de enero, 20 personas resultaron heridas en un violento enfrentamiento entre cooperativistas en el municipio de Caiza D, Potosí. Hechos similares se registraron entre mineros auríferos de Yanacachi, Tipuani y Guanay (La Paz) con denuncias de participación de ciudadanos extranjeros.

“Los recientes casos registrados, sumados a investigaciones de instituciones internacionales como Insightcrime, permiten vislumbrar un nuevo escenario de minería ilegal generado con un modelo boliviano. Es decir, “Bolivia se está volviendo el epicentro de la minería ilegal en la región a partir de la figura del cooperativismo que está siendo utilizada por actores criminales”, alerta el especialista Jaime Cuéllar.

Cuatro meses de impunidad

Han pasado cuatro meses y no hay responsables de las muertes en Yani,.“¿De dónde has venido, tía?”, me pregunta curioso Luisito este miércoles nublado de mayo cuando llegamos a Yani, utilizando esa forma coloquial típica con la que los lugareños se dirigen a los foráneos. Tiene nueve años y camina cada día 20 minutos desde su comunidad para ir a la escuela. “Yo de grande voy a ser minero, pero no como mi papá que es jornalero. Yo voy a ser kajcha, voy a tener mi auto y voy a construir aquí un estadio de oro”, dice al despedirse y su risa disipa fugazmente el miedo que asola en este pueblo de piedra, preso de la disputa violenta por el oro.

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Edición de la Brava de la crónica titulada “Cooperativas, oro y criminalidad: Crónica de la violencia anunciada en Yani”, publicada por Erbol.