Religión y deforestación en Perú: los israelitas del nuevo pacto

Iván Brehaut

¿Cómo un grupo religioso, casi marginal, se convirtió en una fuerza política y en un movimiento colonizador de consecuencias poco conocidas?

 Edición 77. Lunes 26 de diciembre de 2022.

Hace más de 50 años, en la selva central del Perú, un hombre llamado Ezequiel Ataucusi Gamonal fundó uno de los nuevos movimientos religiosos más importantes de Sudamérica. Su doctrina de fe, basada en un profundo sincretismo entre la tradición incaica, andina, así como la fe cristiana, ha sido abrazada por personas en el Perú, pero también se ha extendido a países como Colombia, Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay, Costa Rica y Estados Unidos. Incluso hay grupos en algunos países de Europa, como España.

La Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal, fundada en 1968 por Ezequiel Ataucusi Gamonal, agrupa a miles de personas. Según uno de sus pastores en Ucayali y la investigación de LaMula.pe podrían superar las 100,000 almas.  Sus miembros, que se hacen llamar “congregados”, son hombres y mujeres que han adaptado sus formas de vivir, de vestir, de trabajar, a un credo basado en las enseñanzas y órdenes de su profeta y fundador.  

Entre sus profecías, Ataucusi anunció grandes cambios para el mundo. Habló de que el sol se acercaría a la Tierra, que eso aumentaría el calor causando una gran sequía y posteriormente, 7 años de gran hambruna. Para ese entonces, los congregados deberían haber ocupado lugares aislados del mundo dedicándose a labores agrarias, de manera que pudieran soportar ese crítico período. 

Así, Ezequiel Ataucusi ordenó a sus fieles que se dirigieran a la nueva “tierra prometida”, en la selva amazónica peruana. También, que llevaran el mensaje divino del profeta a los cuatro confines de la tierra. Los israelitas de Ezequiel Ataucusi son, de acuerdo a su doctrina, el nuevo y real pueblo elegido, como antes lo fueron el pueblo de Israel en Asia y los Incas en Perú.

Bajo esa orden, los congregados se han ido desplazando desde la costa y sierra peruana hacia la selva, cruzando muchas veces las fronteras del Perú. Los procesos de ocupación y cambio de uso de las tierras boscosas por parte de los Israelitas, a quienes también llaman “los Ataucusi”, han sido  pocas veces violentos, pero más de medio siglo después del inicio de su colonización de la Amazonía y veinte años luego de la muerte del profeta, comprobamos que la migración hacia la selva peruana no se ha detenido.

Israelitas reunidos en uno de sus Campos Reales, en Pucallpa. Foto: Iván Brehaut .

La Tierra Prometida

“La Tierra Prometida está en la selva”, dice don Albino Ramos, un pastor israelita peruano, que vive en Iparía, al pie de una cordillera selvática que colonizaron hace más de 30 años. Albino, al hablar de Ezequiel Ataucusi, su Maestro, muestra un brillo en la mirada que no se ha apagado en sus más de 70 años. Albino Ramos es uno de los fundadores de Santa Cecilia, una colonia ubicada en Ucayali,  en la selva centro oriental del Perú.

“Él nos ha dicho dejen la pobreza, abandonen a los patrones, vamos a donde está la tierra fértil, la tierra de salvación, a prepararnos para la gran venida de Dios”, dice Albino. Sentado en su pequeña ferretería, el hombre de barba y bigotes blancos y espesos cuenta que nació en Andamarca, en los Andes del Perú, pero lo dejó todo para asentarse en las montañas boscosas de Ucayali, en la Tierra Prometida.

Como Albino, decenas, cientos de personas, se vieron inspiradas por Ataucusi. En el año 1964, es que Ezequiel Ataucusi inicia su propio esfuerzo para colonizar la Amazonía Peruana. Aunque los primeros intentos resultaron en fracasos o proyectos de muy corta duración, la fe y el empeño de los colonizadores fue creciendo. Ezequiel, ya por el año 1968 tenía una base de fieles bastante fuerte en Lima, capital del Perú, ubicada en las orillas desérticas del Océano Pacífico.  Por esas mismas épocas, la migración andina hacia las ciudades costeras, especialmente a Lima, era muy intensa. Ataucusi vio en ese grupo a los perfectos candidatos para unirse a su movimiento.

El mensaje de Ezequiel Ataucusi, un orador de gran carisma, estudioso e intérprete de la biblia, era poderoso. En una época en la cual la propiedad de las tierras estaba concentrada en unas pocas familias poderosas y sus empresas, Ezequiel promovía la conquista de nuevas tierras, de supuesta gran fertilidad, en las que la novísima iglesia garantizaba un trabajo mancomunado y sin patrones explotadores. Migrantes andinos, pobres y desarraigados, vieron en los cultos israelitas un lugar de refugio, un grupo al cual pertenecer y una nueva fe que ponía a los agricultores, a los pobres, en el centro de la salvación.

Pero la historia personal de Ezequiel Ataucusi, la mitología creada a su alrededor, es también poderosa. En 1958, Ataucusi fundó la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU). La asociación fue inscrita legalmente en 1968, poco después de que iniciara la dictadura del General Juan Velasco Alvarado, recordado, entre otras cosas, por emprender una profunda reforma agraria, indispensable en un país donde el latifundismo y la explotación del campesinado eran comunes.

Ezequiel Ataucusi en los años 70 y a inicios de los 90. Fotos: AEMINPU.

Ezequiel Ataucusi, nacido en 1918, pasó por varias religiones antes de fundar la suya. Su credo tuvo como inspiración su paso por el catolicismo, el adventismo y el pentecostalismo. Sus experiencias religiosas, según su propio testimonio, se remontan a cuando tenía nueve años. A esa edad supuestamente empezó a percibir señales de un diálogo con Dios, quien lo guía e instruye en un camino de revelaciones. En otro episodio, a los 16 años, mientras estaba nadando en un río en su Arequipa natal, en la sierra sur del Perú, está a punto de ahogarse y un pez gigante lo auxilia y lo lleva hacia la rivera. En su cama, por las noches, presencia la aparición de una estrella que lo ilumina y reaparece cada mes.

Luego de ser soldado, minero, comerciante y obrero, Ezequiel Ataucusi migra hacia la sierra central, a Junín. Allí, ocurre otro hecho importante. Convertido en zapatero, un cliente adventista deja en su negocio una biblia. Guiado por un impulso abre el libro y encuentra una cita que lo cambió, como dice el testimonio de uno de sus seguidores:

Ezequiel abrió la Biblia una vez y vio que su forma de vida estaba condenada. Otra vez abrió la Biblia y vio que la humanidad estaba condenada. La tercera vez que la abrió vio que Dios declaraba que aunque sus pecados eran como la arena de la playa, a causa de su nombre, Dios decía “Yo te perdonaré y te limpiaré de tus pecados”. Ezequiel entonces se quebrantó y lloró.

Entre sus 30 y 40 años de edad, luego de su paso por el adventismo, Ataucusi empezó a crear un culto propio, que atrajo seguidores que desertaron de otros movimientos, como el mismo adventismo. 

Más específicamente, en 1955, Ezequiel recibió en sueños mensajes de que debía viajar desde la ciudad de Tarma, en la sierra central del Perú, hacia Sanchirio Palomar, una de las rutas de entrada a la Amazonía, a unos 90 kilómetros de allí. En Sanchirio Palomar, Ezequiel Ataucusi habría recibido el “llamado divino”. En este llamado le encargaron la misión de evangelizar a la humanidad, conducir a los fieles hacia un nuevo pacto con Jehová (Dios) creando un renovado pueblo elegido, el nuevo pueblo de Israel.

Para finales de los 50, el profeta dijo que Dios le anunció que la Tierra Prometida estaba en la Amazonía y que el momento del fin del mundo se acercaba. También habría recibido de Dios los 10 mandamientos, pero explicados nuevamente para su fiel cumplimiento.

Por eso, Dios le anunció que los creyentes debían aislarse en la selva, en sitios alejados, para prepararse labrando la tierra y criando ganado. Así, se organizaron los primeros asentamientos israelitas. El proceso de colonización de la Amazonía se había empezado a gestar.

En los 60, en los inicios del movimiento israelita, Ezequiel Ataucusi mostró sus dotes de orador persuasivo, carismático y que le hablaba a la gente con sencillez sobre temas religiosos, usando ejemplos de la vida diaria de los agricultores. En ese tiempo creó algunos de los rasgos distintivos del movimiento que se mantienen hasta hoy: empezó a usar túnicas, pelo y barba larga, sandalias y otras prendas, a la usanza de los personajes bíblicos.

La ruptura con el catolicismo fue completa. Empezó a señalar a los católicos como traidores de las sagradas enseñanzas. En más de una ocasión fue a predicar a una iglesia adventista, despertando los celos de los pastores locales, quienes con falsas acusaciones logran que se le aprese. A lo largo de su vida, Ataucusi fue a la cárcel varias veces, acusado de delitos como alborotador, usurpador de tierras o violador. Pero siempre fue encontrado inocente.

Sus hagiógrafos —por ejemplo, el antropólogo Juan Ossio— dicen que las denuncias posiblemente tuvieron que ver con celos de pastores que perdían poder e importancia y por pugnas de poder dentro de su propio movimiento. Eso mismo es señalado por Ataucusi en repetidas entrevistas que le hicieron investigadores interesados en el movimiento religioso.

La primera de las colonias israelitas se fundó aproximadamente en 1964, en la zona de Alto Paucartambo, la parte selvática de Junín, a unos 300 km de la ciudad de Lima, en la selva central del Perú. Se llamó “Piñaplás Tierra Canaán de Palestina”. Pero la primera aventura colonizadora duró poco. Esta terminó con un enfrentamiento violento con una empresa maderera, por lo que los colonos se vieron forzados a reasentarse en la localidad de Boca Samaya.

Luego de fundar Boca Samaya, a lo largo de los años 60 y 70, se crearon más colonias: Presbe, Guacamayo – Orellana (Pasco), Puerto Sira (Huánuco), Puerto Sibonia, Santa Anita (Pasco), Honoria (Huánuco) y Antigua Honoria (Huánuco). Todas se fundaron en la Amazonía central peruana. En otros puntos del Perú, colonias más modestas se iban fundando, abriendo paso a otros colonos. Desde esas épocas hasta la actualidad los israelitas siguen siendo punta de lanza para la colonización de la Amazonía peruana.

Ceremonia del Holocausto en el Campo Real de Pucallpa. Foto: Iván Brehaut.

La ocupación de territorios selváticos para fundar colonias atrajo la atención de la prensa que acusaba a Ataucusi de farsante y estafador. Para el año 1980, con el regreso de la democracia al Perú, Ezequiel Ataucusi ya tenía una numerosa y fiel feligresía. Los “congregados” sumaban ya varios miles y sus colonias tenían la capacidad de producir alimentos que la AEMINPU distribuía entre la población de menores recursos. La estrategia para captar más fieles era muy efectiva. Sin embargo, Ataucusi sabía que su proyecto religioso era difícil de alcanzar sin un acercamiento al poder político.  Así, ofrece un importante lote de alimentos al recientemente electo presidente Alan García Pérez, del Partido Aprista, para que sea distribuido en actividades del gobierno, como las ferias populares.  Pero García, rechazó el regalo.

Ataucusi tomó el desplante como el impulso que le faltaba para dar un siguiente gran paso: la formación del Frente Popular Agrario FIA del Perú, el FREPAP. Efectivamente, las críticas de la prensa lo fueron convenciendo de que una carrera política era indispensable para el manejo de la opinión pública y la consolidación de su “misión divina”. Por eso se lanzó tres veces a la Presidencia de la República. Nunca tuvo éxito en esa empresa, pero le dio a Ataucusi y al FREPAP una notoriedad nacional, más allá de sus fieles. Entrevistas en medios lo interrogaban sobre sus planes de gobierno. Ezequiel Ataucusi planteaba la dirección divina, una teocracia, y el desarrollo económico con el “agropoder”.

En el año 2000, cuarenta años después de fundar las primeras colonias, Ezequiel Ataucusi Gamonal, el profeta que dijo que iba a resucitar al tercer día, murió en Lima. Su funeral, cuando no ocurrió su esperada resurrección, costó más de 200,000 dólares, costo que incluyó joyas y una corona de oro y piedras preciosas con la que fue enterrado en un mausoleo construido en tiempo récord. El mausoleo se ubica en el local central del movimiento, en La Molina, casi en las afueras de Lima.

Hasta ese momento, la AEMINPU había sumado 36 colonias amazónicas, un capital no determinado en bienes inmuebles pero que se estimaba en 50 millones de dólares y una feligresía que habría alcanzado 200 mil personas en su mejor momento. Su heredero e hijo menor, Jonás Ataucusi Molina, dirige ahora la iglesia y el FREPAP. Sin el carisma y la oratoria del padre, se pensaba que el movimiento tendría una corta agonía. Más de 20 años después, el FREPAP sigue siendo una fuerza política importante en algunas regiones y las migraciones hacia la Amazonía no se han detenido.

El Camino a la Selva

La migración desde las ciudades costeras y desde la sierra peruana hacia la Amazonía es un mandato para los israelitas, ordenado por el mensaje de su profeta.  Florencio Camacho Limaco emigró del Perú a inicios de los años 90. Su rechazo al entonces presidente Alberto Fujimori y su política económica, lo obligó a viajar a Argentina y luego a la frontera entre Paraguay y Brasil. Durante años, solo y con una salud endeble, Florencio la pasó mal, hasta que conoció a un paisano que lo acogió y lo llevó a un templo israelita. En medio de otros peruanos, migrantes como él, Florencio se reencontró con parte de su patria y agradeció el milagro de hallarse, de repente, rodeado de connacionales y amigos. Entonces, la fe en Ezequiel y su doctrina se hizo férrea.

Para el 2006, Florencio, ya había retornado a Lima y vivía en el distrito de Magdalena. Allí se entregó completamente al culto y vendió todos sus bienes para emprender su camino a la capital israelita anunciada por el profeta Ezequiel. Su destino: la triple frontera entre Perú, Brasil y Colombia. Con la barba y el pelo largo, canoso, cansado, pero con una sonrisa enorme, Florencio cuenta cómo tomó la decisión:

“Yo he escuchado al Profeta Ezequiel… en sueños me ha hablado y me ha dicho que yo debo ser salvo. Para eso, debía mudarme acá a Caballococha y reunirme con los demás congregados para fortalecer nuestra tierra. Acá está Alto Monte de Israel, la capital que el propio profeta fundó… es un lugar sagrado para nosotros…” Florencio prosigue: “el señor Jonás (Ataucusi) también me habló en un sueño. Me ha dicho que Él es el verdadero guía hacia la salvación. Él me dijo que la verdad la hallaría en mi viaje y así ha sido. La salvación se nos va dar…” 

Maribel Vargas, una varona -es así como los congregados llaman a las mujeres israelitas- emigró desde la región San Martín, en el norte del Perú, para seguir también el deseo del Profeta Ataucusi, en el año 2001. En su peregrinar, acompañada por dos de sus hijos, Maribel retomó la agricultura en Alto Monte de Israel. Ella había abandonado las labores del campo por el terrorismo que asoló San Martín y todo el Perú por más de 20 años. “El señor Ezequiel así nos había dicho, que es nuestra salvación estar acá, para vivir lejos del pecado, que debíamos prepararnos para que se cumplan las profecías que él ha dicho”.

Maribel viste como rigen las normas israelitas. La cabeza cubierta por un pañuelo, ocultando su largo cabello entrecano. Falda larga de color azul. No usa maquillaje que oculte su tez cetrina. Su hablar es sencillo, pero no pronuncia palabras sin pensar. Sus ojos recorren todo el lugar donde conversamos y observa al detalle lo que escribo, pero no quiere ser fotografiada.

Alto Monte de Israel se fundó en 1995, bajo las órdenes y la dirección del mismo Ezequiel Ataucusi. Él personalmente dirigió las obras y negoció con el Gobierno Regional de Loreto, la región más grande del Perú, totalmente cubierta de bosques amazónicos, para la adjudicación de los terrenos.  En muy poco tiempo, el Proyecto Especial de Titulación de Tierras – PETT del Ministerio de Agricultura les tituló a los colonos israelitas alrededor de 5,000 hectáreas.  Alto Monte de Israel, políticamente, pertenece al distrito de San Pablo, provincia de Ramón Castilla, en Loreto. Se encuentra ubicada en la margen derecha del río Amazonas, a unos 400 km de la ciudad de Iquitos y solo se accede por vía fluvial. 

La rápida titulación de las tierras generó que entre los años 1996 y 1998 la colonización fuese masiva. Numerosas embarcaciones fluviales llegaron desde los ríos Marañón (Yurimaguas) y Ucayali (Pucallpa), repletas de familias israelitas, la mayoría de origen andino. Para 1999 la población de Alto Monte alcanzó unos 5000 habitantes y ya ocupaban unas 10,000 hectáreas.

Paralelamente y durante los siguientes años, las colonias israelitas fueron creciendo en la zona, con la llegada de congregados de antiguas colonias de otras regiones del Perú, la mayoría de la zona central y norte del país. La llegada de nuevos congregados tiene que ver no solo con la orden del Profeta Ezequiel. Según Dora, varona de la antigua colonia Nazareth, ubicada también en Loreto, pero en la Provincia de Alto Amazonas, muy alejada de la triple frontera, la migración se dio porque la tierra, con los años, dejó de producir.

“Muchos se han ido de acá, casi todos desde el 2000. Acá la tierra ya no tiene fuerza, entonces mejor vamos a buscar las mejores tierras que el Profeta Ezequiel ha dicho que están por Alto Monte… Yo no me he ido porque acá tengo ya mi negocito y mis hijos mayores están estudiando en Yurimaguas. Vieja también estoy…” dice Dora, mientras sus arrugas se marcan aún más con una media sonrisa. Nos acabamos una botella de agua apenas fresca, ya que en Nazareth no hay electricidad. Lo que se observa en la ruta son campos deforestados, apenas un poco de ganado flaco y cultivos raquíticos a los lados del terral alargado que es la única trocha de acceso.

En Ucayali, los vecinos de don Albino Ramos, asentados en otra colonia israelita llamada Jerusalem, emigraron a la provincia de Mariscal Castilla, en Loreto, alrededor del año 2010. En un solo movimiento, casi la totalidad de la población, que durante 9 años había tenido problemas para obtener los títulos de propiedad de sus tierras, decidieron una vez más venderlo todo y migrar.  Solo un par de los colonos originales permanecen en la zona.

En Colombia, donde también se ubica un grupo importante de congregados israelitas, la migración hacia la frontera también se ha dado. Los israelitas llegaron cerca de 1994 a Colombia e inmediatamente empezaron su labor misionera en el Cauca. 

Las familias colombianas que han migrado internamente son en muchos casos desplazados por la violencia interna del país y gente que salía por ejemplo del valle del Cauca, alejándose del narcotráfico.  Las colonias se han establecido también en las zonas fronterizas del sur de Colombia. Una de ellas era, por ejemplo, León de Judá, cercana a Leticia, y Puerto Ezequiel, en el lado colombiano del río Putumayo, frontera con el Perú. 

La Triple Frontera

De acuerdo con la plataforma Global Forest Watch, desde 2001 hasta 2021, Mariscal Ramón Castilla perdió más de 113,000 ha de bosque primario. De acuerdo con las fuentes consultadas, tanto del IIAP como de la Gerencia Forestal, la deforestación en la provincia de Mariscal Castilla y sus distritos se encuentra íntimamente relacionada con la demanda de yuca, maíz amarillo, piña, plátano, maíz duro y frijol caupí tanto por el mercado local, nacional e internacional (Colombia y Brasil). Aunque no toda la deforestación puede ser atribuida a los israelitas, debe tenerse en cuenta que solo Alto Monte de Israel, el principal centro israelita, tiene ahora más de 20,000 hectáreas deforestadas. La deforestación de la población israelita dispersa es difícil de mensurar, pero fácilmente supera la de Alto Monte.

La deforestación se observa en pequeñas parcelas, la mayoría menores a 5 hectáreas pero que pueden superar las 20 hectáreas, concentrándose en áreas cercanas a los centros poblados de San Pablo, Caballococha, Alto Monte, Cushillo Cocha, Jerusalén, Santa Teresa, Santa Rosa y en las zonas ribereñas. También se han generado grandes extensiones de pastos para la actividad ganadera, concentrándose en áreas cercanas a los centros poblados de Alto Monte, Caballococha, Santa Teresa, Santa Rosa y también en áreas aledañas a los ríos.

La ganadería de vacunos y caprinos es una de las actividades que también ha incentivado la deforestación. Los distritos más afectados por la deforestación ganadera son San Pablo (donde se ubica Alto Monte de Israel), Ramón Castilla y Yavarí.

Los israelitas practican la agricultura migratoria no tradicional, mediante el sistema intensivo de monocultivo, entre los que destaca el cultivo de arroz, la pituca, la witina , el plátano y, en menor escala, el cultivo de kiwicha y yuca, entre otros. Los israelitas se han convertido en la principal fuerza económica en esta zona de la frontera, que influye en ciudades como Leticia en Colombia, Tabatinga en Brasil y Santa Rosa e Iquitos en Perú.

También en el Sur

Hasta hace poco, solo eran conocidas las colonias israelitas de Loreto y la selva central. El mandato de Ezequiel Ataucusi parecía dirigir toda la migración hacia la Triple Frontera, en Loreto. Sin embargo, hace unos años el crecimiento de un foco de incesante deforestación en Madre de Dios, también cercano a la frontera del Perú con Bolivia y Brasil, atrajo la atención de los especialistas del Proyecto MAAP de la oenegé ACCA. La zona se llama Arca Pacahuara y tiene en su haber más de 4,300 hectáreas deforestadas, gran parte de ellas, dentro de una concesión forestal.

Pobladores de Arca Pacahuara cuentan que Ezequiel Ataucusi realizó una reunión con los congregados en la ciudad de Cusco a finales de 1994. En esa reunión escogió a un grupo para colonizar las selvas de la frontera sur, en Madre de Dios, en su punto más alejado, cercano a la triple frontera con Bolivia y Brasil.  Ataucusi indica que los congregados de Cusco y Puno (en general del sur del Perú) deberán ir todos a Madre de Dios.

Así, a inicios del año 1995, 46 varones se trasladaron desde Cusco a Puerto Maldonado, capital de Madre de Dios, en el sur oriente peruano. Desde allí, con unos pocos enseres y con una fe inquebrantable en las órdenes del profeta, emprendieron viaje hasta Iberia, capital del distrito del mismo nombre, en la provincia de Tahuamanu, a unos 170 km de Puerto Maldonado.  En Iberia se reabastecen y los 46 colonos se dirigen caminando, a unos 17 kilómetros de Iberia. “Sólo había una casita, como a 5 kilómetros de Iberia. Luego de eso, solo monte (bosque) había”, indican.

De acuerdo con Hercilio, uno de los colonos más antiguos, los israelitas se instalaron en la zona de la quebrada Pacahuara y nombraron al lugar “Arca Pacahuara”, en referencia a la bíblica Arca de la Alianza. Hercilio cuenta la dureza del camino, lo difícil de la experiencia.  “Los 46 que han venido no les ha sido fácil. Al inicio hemos tenido hasta muertos por las picaduras (de serpientes), no había ninguna asistencia, ningún apoyo… solo vinimos con nuestra fe.”  

“No hemos venido de golpe, de a pocos ha sido. Y los que nos hemos quedado ha sido por la fuerza de la fe en nuestro líder, señor Ezequiel Ataucusi Gamonal”, cuenta Juan, mientras realiza las refacciones del Campo Real, lugar de reuniones y oración de los congregados. 

Las tierras que empezaron a ocupar eran tierras forestales, propiedad del Estado Peruano. El 28 de diciembre de 2001, se aprueba la creación de los Bosques de Producción Permanente de Madre de Dios y el 2002, luego de 5 años de ocupación de la zona por los israelitas, el 4 de julio, se suscribió el contrato de concesión con la Corporación Forestal Tres Fronteras.

Según Federico Ríos, representante legal de la concesión, y otras fuentes consultadas como el periodista Manuel Calloquispe, al inicio de sus operaciones la empresa dejó que los israelitas mantuvieran actividades agrícolas en el ámbito de la concesión. La autoridad forestal excluyó 6,148 hectáreas de terrenos de la concesión que pasaron a ser de ocupación regular de los israelitas, compensando a la empresa con una extensión de 5,272 hectáreas.

Sin embargo, aún con esa facilidad los israelitas no respetaron los límites de la concesión. Poco a poco fueron arribando más y más congregados. Muchos de los recién llegados eran de Puno, del pueblo indígena aymara, famosos por sus habilidades para el comercio y la cooperación entre grupos familiares. Así, la colonización se hace más intensa y la agricultura se tecnifica para la producción masiva de maíz.

A los pocos años, la expansión de los agricultores de Pacahuara se vuelve más agresiva y los reclamos de Federico Ríos, representante de la concesión, se hacen cada vez más frecuentes. Los esfuerzos de diálogo y conciliación entre las partes no dan resultado. Los pedidos de Ríos de que cesen las invasiones en la concesión no son oídos por los israelitas.  Ante una diligencia policial, los israelitas protestan y secuestran a los policías, al concesionario y su abogada, para forzar la liberación de tres campesinos israelitas detenidos por el delito de invasión y deforestación. A pesar de la flagrancia de los delitos, el anonimato de la masa vuelve impunes estos delitos. Hasta el momento, luego de más diligencias y denuncias, Ríos Gonzales, titular de la concesión, no ha podido encauzar a ningún responsable.

Actualmente son casi 2,000 personas las que viven en Arca Pacahuara. A pesar de estar conscientes del problema con la concesión, ya han invertido mucho dinero y tiempo en convertir las selvas en maizales. Y, según manifiestan los pobladores entrevistados, no están dispuestos a abandonar lo que consideran sus campos y sus hogares.

Paralelamente, al otro lado de la frontera, en Pando, Bolivia, muy cercano a Arca Pacahuara, un nuevo asentamiento israelita se está formando. El nombre nos suena conocido. Se llama Alto Monte AEMINPU y está formado con gente que migra desde La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, es decir, son israelitas bolivianos. El asentamiento se ubica a unos 12 kilómetros de la frontera con Perú y 14 kilómetros de la carretera interoceánica. Hasta el momento, parecen haber deforestado ya unas 200 hectáreas.

La madera no se come

Deforestación en la zona. Foto: Iván Brehaut.

Isabel, una señora de unos 50 años que, como ocurre con la mayoría de los israelitas, no quiere ser fotografiada, me pregunta con fastidio “¿A qué ha venido Usted? ¿Por qué estás con cámara? ¿Quién te ha dado permiso para venir?”  Isabel es aymara, ha venido desde Puno y ahora vive en Arca Pacahuara.  Finalmente nos cuenta que “la fe nos ha traído aquí, por la palabra del profeta Ezequiel y el señor Ezequiel Jonás… la fe es lo que nos ha dado fuerza para venir acá”, dice con la convicción de una varona.

Lúcio, un varón israelita de Ucayali, cree firmemente que la creación está al servicio del hombre y que Dios la ha puesto para ser dominada. “Así dicen las escrituras hermano, lea usted las escrituras, todo está ahí claro. Hay que cuidar la naturaleza, pero primero son las personas. Además, ya vamos en un rumbo de caos como el profeta Ezequiel ya ha predicho. Todo ya está dicho. Así que el camino de la salvación es la agricultura, ese es el motor más importante de los países desarrollados. Eso quiere el FREPAP para el Perú, para dejar de ser un país pobre. Pero solo los congregados seremos salvos cuando llegue el juicio. Eso va a llegar, no se va a evitar”

“A nosotros nos condenan, nos acusan, nos traen a la policía… ¿Por qué?  Los madereros, los concesionarios sacan madera y para quién es el beneficio? ¿Acaso es para el pueblo? Es para su bolsillo nomás. Nosotros trabajamos la tierra y producimos alimentos que son para todos.  Son para el pueblo, no solo para nosotros”, indica Wilder, habitante de Arca Pacahuara. Wilder vino de Cusco a los 14 años y ahora, con casi 40, mantiene una enorme plantación de maíz.

“Los árboles no se comen, ya hay muchos sitios con árboles. Deberían controlar más a los rateros, a esos que se roban los árboles, los ilegales. Nosotros producimos comida para el pueblo, para el distrito. No lo hacemos a escondidas. Los árboles no se comen. Hay que cuidar, sí, pero hay que comer también. Y este es nuestro sustento”, indica Justino, quien desde la sierra central migró a Loreto para luego trasladarse de nuevo, al otro extremo del Perú, a Madre de Dios.

El impacto combinado de los asentamientos israelitas en la Amazonía peruana alcanza decenas de miles de hectáreas. Estimados realizados por la especialista en monitoreo de la deforestación Carla Limas indican que es posible que los 36 asentamientos fundados por Ezequiel Ataucusi hayan causado la deforestación de al menos 108,000 hectáreas. “Si asumimos que los asentamientos conocidos superan las 3,000 hectáreas, no es descabellado pensar en esa cifra. Estamos hablando de procesos de colonización de décadas y de una migración que no se ha detenido en el tiempo. Los israelitas han sido pioneros en la ocupación en diversas partes de la Amazonía peruana. Además, por lo antiguo de sus movilizaciones, su verdadera huella en los bosques quizá nunca sea realmente conocida”, indica. 

Negocios non sanctos

Mariscal Castilla es una de las provincias peruanas en donde se viene dando un crecimiento constante del cultivo de la hoja de coca.  A pesar de las denuncias de los pobladores y autoridades locales, la expansión de cultivos no cesa. Solo entre el 2020 y 2021, de acuerdo a las cifras oficiales, el área de cultivos de coca pasó de 4,318 a 6,472 hectáreas, un crecimiento de 49.9%. Los principales distritos donde se desarrollan los cultivos de coca son Ramón Castilla, Pebas y San Pablo. Estos tres distritos albergan a la mayor cantidad de población israelita.

Esta provincia es un territorio atravesado por la mayor vía fluvial del mundo, el río Amazonas, que constituye el espacio ideal para el transporte clandestino de todo tipo de cargas.  A lo largo de su cauce, la cantidad de tributarios, ríos y quebradas, así como los mismos brazos del Amazonas constituyen un espacio navegable que apenas puede definirse en los mapas. Una embarcación debe elegir el mejor cauce para evitar encallar o sortear las quebradas estrechas, siendo las embarcaciones menores, como los pequepeque, las más versátiles para sortear el laberinto acuático que fluye hacia el Atlántico.

El camino de Iparía a Santa Cecilia y a Honoria. Foto: Iván Brehaut.

“Acá el que no conoce se pierde, pues patrón… El río lo hace a uno pendejo, se pone uno tonto y si no divisa bien la ruta se puede uno salir por donde no haya salida…”, comenta Moisés. El hombre, recio como el calor selvático, tiene la tez quemada por el sol, los brazos tensos y venosos, y es uno de los motoristas que nos ha llevado por el Amazonas. Como treinta años ya estoy en esto, desde que era un chiquillo… con mi tío salía a pescar, me decía, ‘mira bien, mira bien… aprende a ver el río… no nos vayas a volcar… así, así se aprende…’ me decía. Y así fui aprendiendo, cómo manejar, cómo limpiar el motor, cómo llevar la carga para que no se moje… cómo evitar que te jodan en el camino”. 

Con curiosidad, le pregunto por la carga. “Se mueve de todo pues, patrón. Si pagan bien, se puede correr el riesgo.  Todos dicen que es plata fácil pero, a ver que vengan a estar 10 horas en el bote, así llueva o con este solaso, a ver si van a decir que es mucha plata. Y si te agarran, de repente no la cuentas. Así es este negocio…”  Moisés es uno de los tantos transportistas que con alguna frecuencia moviliza insumos químicos o cocaína en la zona.  Es un oficio de riesgo. Y sus clientes no aceptan errores.

“Hay muchos de los cunchis (es otro nombre con que llaman a los israelitas), de los Ataucusi, que están metidos en el negocio… Una vez, a uno de ellos lo he llevado con su carguita. Pero me sorprendió porque ellos no toman licor, no tiran (no tienen sexo), y este era diferente. Muy avispado me parecía. Con razón dicen ellos que hay gente que se disfraza con su ropa para que no les digan nada cuando están pasando la frontera”, continúa Moisés.  

Según un funcionario local de DEVIDA, la agencia peruana contra el narcotráfico, cuya identidad prefiere no ser revelada, en San Pablo, uno de los distritos de Ramón Castilla, al 2020 el 90% de los beneficiarios de los programas de asistencia para sustitución de cultivos eran miembros del movimiento israelita.

Maribel, la varona que llegó a Alto Monte de Israel desde San Martín, se retiró de la colonia en el 2006. “Al inicio bien bonito íbamos, no había problemas con nadie. Bien vendíamos todo a la frontera, a Caballococha y traíamos acá a Iquitos. Después, un día vinieron unos de Colombia. Querían comprar toda nuestra cosecha y bien pagada. Le vendimos todo dos veces, tres veces. Contentos estábamos. Buena plata era. Y entonces, una vez nos dijeron que podíamos alquilarles tierra, que ellos pagaban bien por la hojita (la coca). Al principio nadie aceptó y ellos no se molestaron. Pero después con los nuevos congregados que llegaban de otras colonias, con los más jóvenes, con esos empezaron a hacer contrato. Luego más gente había, escondiendo sus cochinadas… Yo viví eso en mi tierra de joven, primero la coca, luego las balas, los delincuentes, los terroristas, nunca más quiero vivir eso. Por eso me he ido, diciendo que ya estoy enferma para trabajar la tierra, pero aun así me reciben bien. Hay muchos congregados que no están de acuerdo, pero ya no sé cómo harán”.

La expansión israelita en la Triple Frontera no solo ha afectado a los bosques. También a la población indígena Ticuna de la provincia. Varias comunidades Ticuna han sido invadidas en esta expansión israelita. “Basta el permiso para un israelita, siempre un colono andino o costeño, para establecerse dentro del lindero comunal al cabo de unos meses teníamos que ir a sacar una docena de familias. No respetan acuerdos, no respetan nada”, dice Francisco Hernández, presidente de la Federación de Comunidades Ticuna del Bajo Amazonas – FECOTIBA. “Además, primero ponen su yuca, su pan llevar, y más adentro de su chacra, ya van metiendo la coca. No se puede confiar en ellos”, aclara.

En la Triple Frontera, Leticia (Colombia) y Tabatinga (Brasil) son ciudades siamesas.  En ambas ciudades, la violencia surgida del narcotráfico es pan de cada día. Grupos en las redes sociales, especialmente en WhatsApp, muestran con regularidad las consecuencias de la violencia.  Imágenes de asesinatos, listas de la muerte y todo tipo de noticias se propalan entre el morbo y el miedo.

Los israelitas dominan partes de Tabatinga con sus negocios, cercanos siempre al puerto principal. Allí llegan sus embarcaciones cargadas de plátano, yuca y otros productos que venden a menor precio que los comerciantes colombianos. Dos calles completas llenas de negocios son regidas por los israelitas peruanos pero también por israelitas brasileños. La base principal de los israelitas de Brasil en esta zona del mundo está en el poblado de Benjamin Constant. Allí, los israelitas tienen su campo real, el espacio donde realizan sus ceremonias y ritos, el espacio desde donde pretenden extenderse hacia el Atlántico. De hecho, en Manaos, una pequeña comunidad israelita ya ha empezado a forjarse.

Para un israelita a quien llamaremos Martín, “ la coca es una planta sagrada y una planta sagrada se siembra. Es herencia de nuestros ancestros incaicos, del primer pueblo elegido acá en occidente. Hay hermanos que la siembran para consumo tradicional, ahí no es delito. Si sobra producción, a veces viene gente y la compra. Ya lo que hagan con ella, es una decisión de ellos, no de nosotros…”.

De acuerdo a las fuentes consultadas y a reportes periodísticos, en varias oportunidades ciudadanos israelitas han sido hallados transportando cocaína y arrestados tanto por la policía peruana como por los federales de Brasil. La tesis doctoral de Lucía Meneses relata muchas de las acusaciones y vinculaciones de los israelitas con el cultivo de la hoja de coca, las cuales se remontan a mediados de los años 1990. Las disputas internas del movimiento son expuestas así como las declaraciones de la policía federal brasileña, que iniciaron denuncias públicas de estos vínculos con el narcotráfico en 2014. Ya en 1995, la revista peruana Caretas había denunciado que el fundador de la AEMINPU, Ezequiel Ataucusi, estaba seriamente implicado en el narcotráfico.

En el 2017, la embarcación María Fernanda II, de la empresa VQ Arco Iris, cuyo dueño es el israelita Víctor Quispe Vilcatoma, se hallaron 25 kilos de cocaína. El caso, aparentemente, se archivó y la embarcación permanece operando hasta la fecha. Lo extraño es la bonanza económica del grupo familiar, que posee grandes empresas en Iquitos, propiedades, centros comerciales y otros negocios, todos fundados con su aparente éxito agrario. Ese no es el único caso de empresarios israelitas que se conoce, pero la Unidad de Inteligencia Financiera de la Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones (SBS) del Perú parece aún no reparar en estos casos.

Quizás sea una coincidencia, algo fortuito, pero todos los grandes asentamientos israelitas como los de Yurimaguas y la Triple Frontera, en Loreto, en El Sira, límite entre Ucayali y Huánuco, y en zonas aledañas a Arca Pacahuara, en Madre de Dios, o Puerto Ezequiel en el lado colombiano del Río Putumayo, son zonas de producción cocalera o zonas de tránsito de cocaína. Recientes intentos de expansión israelita en el río Napo, coinciden también con los reportes de presencia de narcotráfico en la cuenca.

Estas aparentes coincidencias se suman a incidentes ocurridos con el mismísimo Jonás Ataucusi Molina, líder actual de la AEMINPU, quien fue detenido cuando se desplazaba desde Lima a Ayacucho en una comitiva de dos autos. En los vehículos se hallaron dos revólveres, una pistola automática y dos modernas carabinas de tiro múltiple. Asimismo 132 cartuchos de 12 milímetros, 294 proyectiles calibre 223, treinta y seis balas para pistola, y 12 cacerinas abastecidas con munición. Entre sus pertenencias se encontró, igualmente, una cámara filmadora, equipos de radiocomunicación y dinero en efectivo.  Ayacucho, es la puerta de entrada al VRAEM, la mayor zona de producción cocalera del Perú.

Contactos políticos

El Perú es un país con una inestabilidad política asombrosamente persistente. El desencanto de la población con el elenco político que elección tras elección presenta candidatos ha traído aún mayor precariedad a un país que parece tener un invisible piloto automático. En parte, ese desencanto, ese desprecio por los políticos de siempre, se vió reflejado en la inesperada elección de 16 congresistas miembros del FREPAP, el brazo político de los israelitas. Luego de 20 años sin representación congresal, el FREPAP se convirtió en la segunda fuerza política del parlamento.

FREPAP al 2020 tenía 41,294 miembros inscritos, con 105 comités registrados en los 24 departamentos del Perú.  De acuerdo a su página web, el Frente Popular Agrícola FIA del Perú – FREPAP, “es un partido teocrático, nacionalista, Tahuantinsuyano, revolucionario, agrario-ecologista, de ancha base e integracionista, firme defensor de los derechos fundamentales de la persona, de la verdad y el estado de derecho; y se inspira en los principios de libertad e igualdad, solidaridad, justicia y paz, verdaderos postulados de la Doctrina Cristiana”.

El desempeño congresal del FREPAP quiso proyectar una imagen bastante alineada a sus principios morales. Sin embargo, personal del Congreso Peruano, que laboró mientras ellos estaban en mandato, manifiestan que sus votaciones muchas veces eran bastante negociadas. Mariano Castro, ex Viceministro de Gestión Ambiental del Ministerio del Ambiente, recuerda que ante cualquier iniciativa que pudiera obstaculizar su expansión colonizadora, los congresistas asumían una posición contraria. 

Por otro lado, uno de los congresistas del partido, Robledo Gutarra, congresista por Junín, apoyó con toda su energía la construcción de carreteras en la Amazonía, especialmente, la carretera Bolognesi – Nueva Italia – Sawawo – Puerto Breu. Esa carretera, la UC-105, pretende crear una vía asfaltada para unir Junín y Ucayali en Perú, con Acre en Brasil, atravesando sin mayor reparo extensos territorios indígenas.  Esta vía, a pesar de las alertas y las protestas de las organizaciones indígenas, se mantiene como una propuesta en el congreso, apoyada por autoridades que ven en la nueva carretera la oportunidad de ampliar la frontera agrícola a costa de una mayor deforestación y del crecimiento del narcotráfico, ya presente en la zona. De hecho, cuando el proyecto empezaba a promocionarse, los representantes del FREPAP en Junín y regiones cercanas apoyaron de inmediato el proyecto.

Sin embargo, como señala el investigador Carlos Raez, “el  FREPAP  apoyó  y  formuló  leyes que, en la forma, beneficiaban a la población, sobre todo económicamente. No obstante, recibieron  críticas  sobre  el  sustento  legal,  o  se  acusaba  a  sus  propulsores  de populistas. La bancada frepapista presentó un total de 326 proyectos de ley, de los cuales 48 fueron promulgados, además de 4 resoluciones legislativas….” “(El FREPAP) también consiguió la promulgación de leyes que favorecían al agro, en concordancia con su ideario, como las de promoción a la andenería, de los mercados digitales en el sector agrario y las compras estatales de productos alimenticios. También sobresale la prolongación de la moratoria a los transgénicos, como la modificación de la anterior Ley de Promoción Agraria, así como un nuevo régimen agrario”.

Además de la representación congresal, en Loreto, en la Triple Frontera, el Frepap ganó las elecciones municipales del 2018 en la provincia Mariscal Ramón Castilla y en los distritos Pebas y San Pablo, que pertenecen a la mencionada provincia. Desde hace años, las administraciones municipales han sido ocupadas o fuertemente influenciadas por la población israelita. Bajo su administración se han construido vías vecinales, sin tomar en cuenta los procesos de consulta previa que demanda la ley al afectar territorios indígenas. Las vías construidas son ahora nuevos frentes de invasiones y de crecimiento del narcotráfico que impera en la provincia.

En Iberia, Madre de Dios, también Arca Pacahuara ha recibido los favores de tener autoridades municipales israelitas. Con vías de penetración y articulación con otros poblados, Arca Pacahuara cuenta con una red vial bien mantenida en medio de poblados con caminos en mal estado. Las 4,300 hectáreas deforestadas de Arca Pacahuara están en constante aumento.

Sin embargo, los coqueteos con el poder político, en el nivel nacional, son ahora un poco más notorios. Mientras se preparaba para la segunda vuelta electoral, Pedro Castilo, quien acaba de ser vacado de la presidencia del Perú, recibió públicamente la bendición de un pastor israelita. Durante la elaboración de este reportaje, se reveló que Castillo tiene en su entorno más cercano a David Pérez Curi. 

Como consigna el Portal de Transparencia, desde agosto de 2021, David Pérez es un asiduo concurrente al despacho del presidente y ha sostenido reuniones en el Ministerio de Vivienda, en el de Comercio Exterior y Turismo, y en oficinas de congresistas del partido oficialista. Desde diciembre de 2021 figura como asesor en diferentes instituciones públicas, pero se le ve acompañando a Castillo en casi todo acto público.  David Pérez es hijo de María Curi, una varona miembro de la congregación israelita, que postuló al Congreso representando a Madre de Dios en las elecciones pasadas. Adicionalmente, en la Triple Frontera, la María Fernanda, la embarcación de los Quispe Vilcatoma, enarbolaba las banderas de los candidatos más afines al gobierno de Castillo, antes de las elecciones regionales y de alcaldes de octubre del 2022.

Pero no solo en Perú la AEMINPU ha tentado el poder político. En Bolivia, en las elecciones de 2005, el Frente Patriótico Agropecuario de Bolivia – FREPAB, logró la postulación de 61 candidatos para senadores y diputados.  Respecto a su candidato presidencial, el líder por 18 años del AEMINPU en Bolivia, Eliseo Rodríguez Pary, tuvo que retirar su candidatura cuando se demostró su origen peruano. El FREPAB se mantuvo participando en las lides electorales hasta el 2008, y se diluyó posteriormente en alianzas con otros partidos.

Eliseo Rodriguez
Eliseo Rodríguez Pary. Foto «La Razón».

Un futuro sin profecías

No es posible predecir con certeza el devenir político del FREPAP y lo que pasará con los seguidores de Ezequiel Ataucusi.  Una varona en Ucayali comentó que el profeta dejó todo previsto hasta el 2020 y que esas predicciones se han hecho realidad, pero que ya dependía de Ezequiel Jonás, el heredero, anunciar las siguientes acciones del movimiento. Cualesquiera que sean las predicciones o las órdenes que el nuevo profeta imparta, algo si es seguro: la Amazonía está dejando de ser la tierra libre sobre la que el fundador de los israelitas planificó la salvación de sus fieles.

La expansión de los israelitas y su fuerza política, expuesta en diversos distritos y provincias, así como sus avances en varios países de América Latina, sólo permiten decir que la mentada agonía del movimiento no ocurrirá, al menos en el futuro cercano. 

Avanzado el siglo XXI, la Amazonía está cada vez en mayor riesgo. Si los israelitas, como los menonitas y otros grupos siguen viendo a los bosques como el obstáculo para la expansión de su forma de vida, la única promesa que se cumplirá es la sequía permanente de los bosques húmedos amazónicos.


* Esta historia fue producida en alianza con el Rainforest Investigations Network del Pulitzer Center.