Santa Cruz continúa con la deforestación, pese a la técnica de siembra directa

Ale Cuevas

Si bien en dos décadas y media, el departamento de Santa Cruz introdujo la técnica de la siembra directa con rotación de cultivos para mejorar la producción, mantiene aún el monocultivo y la expansión de la frontera agrícola. Una muestra de ello es que en el municipio de Cuatro Cañadas la mancha boscosa se redujo a 15,7% y se amplió el área agropecuaria a 83,2% para el cultivo de soya.  

Edición 108. Miércoles 25 de octubre de 2023

El campo amarillento de trigo de la familia Vásquez anuncia que está listo para ser trillado. Luego de la cosecha de invierno, este terreno será reemplazado por el cultivo de soya y después de sorgo. Este proceso es parte de la rotación de cultivo y siembra directa, técnicas implementadas hace más de dos décadas por el modelo productivo de Santa Cruz. Pese a ello no frenó el avance de la frontera agrícola, es más es el departamento con mayor deforestación para esta actividad. 

A un lado de la carretera de la comunidad 6 de Agosto, del municipio Cuatro Cañadas de Santa Cruz, se abren extensos cultivos de trigo que se une a otros sembradíos y que juntos forman cientos de miles de hectáreas de expansión agrícola. En este lugar, hace 36 años, se imponía un bosque, que poco a poco fue mermando para dar paso a los cultivos de soya, el grano estrella de la agroindustria.

La imagen de una parcela sin vegetación, en el municipio de Cuatro Cañadas. Foto: Aleja Cuevas.

“Hace años había cosechadoras convencionales, luego se fue innovando, ahora están las cosechadoras axiales (equipo de alta capacidad), procesa mucho más rápido el cultivo”, dice Óscar Vásquez.

En medio del cultivo de trigo, este agricultor y agrónomo, observa sus 150 hectáreas de este grano, en un espacio que pronto será ocupado por la soya en la próxima campaña de verano, que iniciará en diciembre. 

Él y otros productores de granos cuentan sus experiencias sobre la técnica de la siembra directa con rotación de cultivo a periodistas e influencers, en una visita organizada por la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo). 

Antes, en este lugar, se producía con siembra convencional, que consistía en arar la tierra para preparar el suelo, quedaba libre, abierto al sol, lo cual elimina a los microorganismos. Pero, ahora, la mayoría de los productores se volcaron a la siembra directa, que consiste en no remover el suelo, dejar el rastrojo (residuos) del anterior cultivo, lo cual sirve para crear microorganismos hasta que la materia orgánica se descompone para la próxima campaña.

David Cortez, de la Anapo, muestra la raíz del sorgo, en el municipio Cuatro Cañadas. Foto: Aleja Cuevas

La técnica de la siembra directa va ligada a la rotación de cultivo, que consiste en sembrar en cada campaña un cultivo diferente. “Generalmente se hace una rotación cada dos campañas, en la campaña que pasó, de verano, era soya, en la campaña de invierno es sorgo, la próxima será de trigo”, explica Joel Eyzaguirre, otro productor.  

Para la Anapo esta técnica está dentro del Programa de Agricultura Sostenible (PAS) que implementó en 2000 para un “manejo sustentable” de los recursos naturales, suelo y agua, en la que se combina dos sistemas, la siembra directa y la labranza convencional con la rotación y sucesión de cultivo. 

La técnica de siembra directa nació en la década del 70, en Brasil, luego se expandió por Argentina, explica el David Cortez, técnico de la Anapo.

Según datos de la Anapo, al que tuvo acceso La Brava, en Santa Cruz, la técnica de la siembra directa no es reciente, data de hace 25 años. Las estadísticas detallan que, en 1998, la siembra convencional era de 72% y siembra directa de 28%; para 2010, la siembra directa alcanzó 79% y la siembra convencional quedó en 21%. Si bien no se cuenta con un dato actual, en la memoria de 2022 de esta asociación se destaca los rendimientos de la soya bajo siembra directa.

La agroindustria a la par de la deforestación 

Para la asociación de productores, la conservación del suelo y la rotación de cultivos son determinantes para la producción agrícola. Pero, pese a este “enfoque de conservación” — como lo denomina la Anapo—, los municipios agroindustriales del departamento de Santa Cruz continúan con la deforestación, así lo demuestran los estudios. 

Maquinaria pesada utilizada para la cosecha de trigo. Foto: Aleja Cuevas.

Cuatro Cañadas fue declarado como Capital Soyera de Santa Cruz por ley departamental y es el municipio, junto a Pailón, San Julián, El Puente, Guarayos y San José de Chiquitos, que forma parte del complejo industrial que más deforestó.

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Una publicación de 2018, del Centro de Investigación y Producción del Campesinado (Cipca), detalla que, de la superficie total municipal de Cuatro Cañadas (445.574 hectáreas) se deforestó el 80% (335.260 hectáreas). En el caso de San Julián fue el 73% (415.474 hectáreas) del total del territorio municipal (568.725 hectáreas).

Cualquiera que ingrese a los mapas de la plataforma de MapBiomas puede observar cómo, hace 36 años (1985), la cobertura boscosa de Cuatro Cañadas era de 94% y 4,8% de área agropecuaria, pero con el tiempo (2021) la mancha verde se redujo a 15,7% y se amplió el área agropecuaria a 83,2%.

Un dato reciente de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), correspondiente al mes de agosto pasado, revela que, en el departamento de Santa Cruz, cada año, en promedio, un 20% de la producción de soya es de nueva cosecha, y un 13% de la producción anual se origina en terrenos recientemente habilitados.

Los mismos datos de la Anapo, en su memoria 2022, detallan que, en San Ignacio de Velasco —que forma parte de la Chiquitania y que es vista como una nueva área de expansión agrícola, al otro lado de Santa Cruz— la cosecha de soya fue de 38.000 hectáreas y “que es una nueva zona que está aumentando cada campaña el área sembrada”. 

Según el director del Cipca Santa Cruz, Marcelo Arandia, es indudable que la producción de soya y sorgo en el departamento cruceño genera el avance de la frontera agrícola.

“La deforestación genera efectos en el régimen climático, en el corto y mediano plazo, con efectos negativos en el calendario agrícola que, como ya se manifiestan los eventos, hay más incendios forestales, los periodos de sequía son cada vez mayores”, explica Arandia.

Para el economista, existe una contradicción en el modelo cruceño, al querer mostrar el concepto de diversificación productiva, cuando se da una monoproducción, ya sea de soya o sorgo.

Cosechadora en el cultivo de sorgo, comunidad 3 de Abril, Cuatro Cañadas. Foto: Sara Vásquez.

Según el ambientalista Stasiek Czaplicki, las tasas de deforestación en Bolivia aumentaron un 259% en los últimos ocho años, principalmente, debido a la expansión agropecuaria. “Lo más preocupante es la expansión de las plantaciones de soya para satisfacer la creciente demanda de alimento para el ganado”. 

En la reciente publicación de Global Forest Watch, Bolivia registró un nivel récord de pérdida de bosques primarios (bosques generados naturalmente) en 2022, con un aumento del 32% con respecto a los niveles de 2021. 

“Por tercer año consecutivo, Bolivia fue tercera detrás sólo del Brasil y la República Democrática del Congo en la zona de pérdida primaria de bosques, superando a Indonesia a pesar de tener menos de la mitad de la cantidad de bosque primario”, afirma el estudio.

“La expansión de la soja ha dado lugar a casi un millón de hectáreas de deforestación en Bolivia desde el cambio de siglo, de las cuales casi una cuarta parte se puede atribuir a colonias menonitas (…)”, indica Global Forest Watch.

La investigación identifica a Santa Cruz como la principal región causante del 69% de toda la pérdida de cobertura arbórea, entre 2001 y 2022.

Cuatro Cañadas concentra más soya

En Cuatro Cañadas, fundada el julio de 1986, pero creada como municipio en 2002, existen 36 comunidades y la principal actividad agrícola es el cultivo de la soya en la campaña de verano.

Una de ellas es la comunidad 3 de Abril, otro lugar al que se visitó. Allí los pobladores llegaron porque había tierras fiscales que dotó el Estado para que produjeran y mejoren la vida de las personas, comenta Cortez, técnico de la Anapo. 

“Este municipio es un 80% dedicado a la agricultura, productora netamente de grano de soya, somos la capital soyera de Bolivia”, afirma Eyzaguirre, en medio de un cultivo.

La producción de la soya es la preferida, pues su precio es seis veces más que el de sorgo. Por ello, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), este grano es uno de los que más exporta Bolivia, con 3.539.439 toneladas en 2022.

Rastrojo de sorgo que cubre el suelo hasta la próxima siembra. Foto: Sara Vásquez.

Para la próxima siembra, el suelo ya está lleno de rastrojo de sorgo y solo espera las lluvias de fin de año para la producción de soya. 

De acuerdo con los datos de la Anapo, al que accedió La Brava, en 2005, el 79% la siembra (semilla) de soya era convencional, después de ocho años, desde el 2013 la siembra de este cereal es 100% transgénica. 

¿Agricultura de conservación?

Para la Anapo es importante que el agricultor desarrolle una producción con “enfoque de conservación” con el sistema de siembra directa para así prolongar la productividad de los suelos. 

Según Antonio Sanjinez, de la unidad de Agroecología de Productividad Biosfera Medio Ambiente (Probioma), tanto la siembra directa como la rotación de cultivo son importantes en cuanto a la agricultura, pero tomando en cuenta los bosques, la biodiversidad y reduciendo el uso de agroquímicos que son los directos responsables sobre la afectación de los suelos.

“Los servicios ambientales son los bosques, y, actualmente, el modelo de producción que tiene la zona soyera es un modelo que no toma en cuenta esta importante variable”, afirma Sanjinez.

Para el investigador Czaplicki, la agricultura de conservación, a través de la siembra directa, “tiene la bondad” de no usar maquinaria para abrir la tierra, porque esa es una práctica que daña los suelos y que, a la larga, se degrada más rápido.

Pero hay un aspecto que él observa, el uso de pesticidas, específicamente, el glifosato — herbicida de amplio espectro — lo cual no condice con la agricultura de conservación. «El glifosato es el pesticida más usado, principalmente para la soya transgénica y mata todo microorganismo».

El agrónomo Eduardo Chilón, de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), en su artículo “Revolución Verde” Agricultura y suelos, aportes y controversias, advierte que el uso de los fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, semillas híbridas y maquinaria pesada tienen efectos “desastrosos” en la degradación de los suelos y en la contaminación del medio ambiente. 

Lo cierto es que los desmontes siguen concentrados en el departamento de Santa Cruz y están vinculados a la agricultura mecanizada, como las cosechadoras en las comunidades 6 de Agosto y 3 de Abril, en Cuatro Cañadas, donde mostraron su capacidad producción frente a los periodistas e influencers.


Aleja Cuevas trabajó como redactora en tres medios impresos: La Prensa, Página Siete y La Razón. Fue ganadora de segundo lugar del Premio de Reportaje sobre Biodiversidad 2011, de Conservación Internacional con el reportaje “La Laguna Colorada agoniza”, publicado en La Prensa.
Aleja Cuevas trabajó como redactora en tres medios impresos: La Prensa, Página Siete y La Razón. Fue ganadora de segundo lugar del Premio de Reportaje sobre Biodiversidad 2011, de Conservación Internacional con el reportaje “La Laguna Colorada agoniza”, publicado en La Prensa.