Un triunfo de los trabajadores, tras un despido en plena cuarentena

María Luisa Mercado

En un contexto en que miles de trabajadores llegan a los tribunales de justicia para que se respeten sus derechos, Juan José Caballero logró un acuerdo conciliatorio con la farmacéutica Sigma. El extrabajador, luchó más de un año para que le paguen sus beneficios sociales y, tras lograr su objetivo, donó parte de su finiquito para defender a la vejez trabajadora, con el fin de que nadie repita el calvario que le tocó vivir.

Edición 39. Lunes, 18 de octubre de 2021

Juan José Caballero, de 70 años de edad, vivió un calvario desde el 17 de julio de 2020, cuando recibió su memorando de retiro de la compañía farmacéutica Sigma Corp. Desde ese momento, hizo un incansable y minucioso seguimiento de los trámites, se autocrucificó y declaró en una solitaria huelga de hambre. Después de luchar durante más de un año por sus derechos laborales, aceptó retirarse a partir de un proceso de conciliación.

Alto, delgado y de trato amable, Juan José irradia optimismo y entusiasmo por la vida, luego de “la montaña rusa” que le tocó vivir los últimos meses. Ahora se siente ganador porque se hizo justicia. 

“Si me hubieran pagado  descontando los cuatro meses de sueldo de la pandemia, habría recibido un tercio de lo que logré en mi finiquito. Sé que los patrones ganan ingentes cantidades de dinero, que esto es un pelo al gato. Pero el doctor Alain Rivera (su abogado) me dice: no es común lo que se ha logrado. ¡Es un triunfo de los trabajadores!”, contó Caballero.

Inicio del problema

Cuando Caballero ingresó a Sigma era personero de alta confianza, hasta que se negó a “hacer cosas que no debía”. Como responsable de informática, Juan José desarrolló un sistema de control de asistencia con registro de retrasos, entradas, salidas y permisos.

Un día, un ejecutivo le dijo: “Al Acarapi (dirigente sindical) hay que reventarlo. Controla cada minuto de atraso, dónde sale, porque sale, por qué se atrasa en el comedor y cuánto tiempo está de permiso”.

Caballero pidió una orden por escrito que nunca llegó. Desde entonces, los ejecutivos lo marginaron y consideraron “peligroso”.

Juan José Caballero se autocrucificó en la Plaza 14 de Septiembre para exigir su reincorporación a Sigma. Foto: Fundación DVT.

En otra ocasión, la empresa suprimió el bono de producción, aduciendo que no tenía ganancias. Caballero pidió ver los estados financieros, no como crítico, sino para colaborar con la empresa. Los directivos organizaron una reunión de siete personas, de “ultra confianza”.

En ese informe, la utilidad era de cinco mil bolivianos. “¿Nos está mostrando el balance de la fábrica o de una farmacia?”, cuestionó Caballero. “No traten de meternos los dedos en la boca. Quiero los estados financieros auditados, con sello”, exigió, indignado porque la compañía abrió la posibilidad de que “nunca más” se pagaría el sueldo 14. Caballero les advirtió: “No toquen mi bolsillo, porque me voy a portar peor que un sindicalizado”.

Cuando los ejecutivos le quitaron la confianza, lo designaron como “encargado de almacén de cuarentena”, un cargo sin responsabilidad, quizás para cansarlo. 

Ilegalidad

A pocos meses de declararse cuarentena flexible y aún plena en emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus, Sigma invitó a jubilarse a Juan José Caballero. Según la ley, esa forma de retiro es ilegal porque la jubilación debe ser voluntaria. 

La patronal retrocedió y anuló el memorando ante la Jefatura de Trabajo del Ministerio de Trabajo. Después, según el abogado Rivera, la conducta fue “perversa y maliciosa”, cuando ilegalmente se pidió al trabajador que devuelva los sueldos que había percibido durante la emergencia de la pandemia Covid-19 (el Decreto 4179 dispuso licencia especial para mayores de 65 años, madres con hijos menores de cinco años y personas con enfermedades de base). 

Al no devolver los cuatro salarios, porque no correspondía, la empresa suspendió el pago de sus sueldos atentando contra la supervivencia del trabajador. Además, explicó Rivera, lo hizo durante la emergencia nacional y violentando toda normativa que protege a los trabajadores. 

De ahí en adelante, la farmacéutica no hizo ningún caso a los llamados de la Jefatura de Trabajo que dispuso la reincorporación de Juan José en las tareas que cumplía. Al contrario, la patronal condicionó su reingreso al trabajo a la devolución de los salarios percibidos durante la pandemia.

Los principios del derecho laboral, del in dubio pro operario, de proteger al trabajador porque él es la parte débil en esta relación laboral, fueron cumplidos hasta cierto punto por la Jefatura de Trabajo. Se respetó la inversión de la prueba, pues se solicitó a la empresa que demuestre si Caballero no acudía al trabajo y no pudo demostrar aquello. “El argumento de abandono de trabajo cayó en saco roto”, detalla Rivera.

El 23 de junio de 2021, la Jefatura Departamental de Trabajo conminó a Sigma a que reincorpore a Caballero de forma inmediata, pero la empresa ignoró esa disposición. Por ello, el afectado recurrió a un ayuno voluntario de seis días.

Entrenamiento

Sin saberlo, durante todo el año, Juan José se entrenó para la huelga de hambre. “Esta patronal me ha mantenido, desde principios de año, a una comida diaria y había veces que no comía, porque los medios no me daban. Trataba de alimentarme lo mejor que podía, pero, sin recursos no era posible”, relata Caballero.

La empresa había dado innumerables muestras de rechazo a las demandas laborales. Ni siquiera permitía la difusión de la información entre los trabajadores. El día en que Juan José fue a la planta para informar a sus compañeros lo que pasaba, se le impidió ingresar con un operativo inusual. No pudo entregar panfletos ni fuera del lugar.

Cuando empezó la distribución, vino una ejecutiva a arrebatarles el documento. Una compañera recibió el panfleto y se lo puso en el pecho, debajo de la ropa y aguardó desafiante. “A ver, ¿qué me va a hacer?”. Ese fue el único panfleto que circuló en la planta de 90 trabajadores.

El apoyo de propios y desconocidos

“Me quieren botar del trabajo por viejo”, fue el contundente resumen que Caballero hizo en sus protestas en la Plaza 14 de Septiembre. No era sencillo explicar el largo y complicado proceso que siguió para que se respete su estabilidad laboral, una remuneración justa y una vida libre de sobresaltos.

Como la empresa no lo reincorporaba al trabajo, Caballero se autocrucificó el pasado 15 de julio. “Me insuflaba ánimo la gente que se acercaba, me daban palabras de aliento. A las tres horas, me sentí macurcado, porque  mi cuerpo no estaba acostumbrado a mantener los brazos extendidos por tanto tiempo. Me sentí cansado y al mismo tiempo robustecido por las muestras de solidaridad”, recuerda.

Para el extrabajador de Sigma, su mayor logro fue que ese día se acercó su hijo adolescente. “Es un muchacho sumamente parco, callado. Dice mucho con lo poco que habla. Mi hijo se acerca, me abraza y lo único que me dice es te quiero Papi. Eso me conmovió. Eso me pagó con creces”, relata, sin esconder su emoción.

En su debut como orador, Caballero ganó valiosos minutos tomando medidas de bioseguridad  desinfectándose las manos y el megáfono. Tenía en mente a su hija, que es metódica en la higiene. Dio un discurso de solo tres minutos y se le agotó el tema. “No supe qué más decir y, afortunadamente, allí estaba el doctor Rivera”.

Mitin del Sindicato Sigma en apoyo de Caballero. Foto: Fundación DVT.

Luego comentó su error de principiante: habla mucho o habla poco. “Con el tiempo va a aprender”, le consoló su abogado defensor. “Yo  no creo que el cuerpo resista semejante actividad, porque esfuerzo mental es terrible”, afirmó Caballero.

En la segunda jornada de huelga de hambre, el sindicato Sigma hizo una manifestación de apoyo. Días antes, la farmacéutica dispuso descuentos salariales a los sindicalizados que faltaron al trabajo por asistir a un bloqueo en puente Tamborada, convocado por la Federación de Fabriles. En el pliego petitorio se incluyó la reincorporación de Caballero.

El 28 de julio descabezaron al sindicato, lo desconocieron porque sólo había 19 sindicalizados. “Es una política inteligente de la patronal, porque, a través del prebendalismo, ha sabido quitar afiliados al sindicato. Yo me afilié y con 20 integrantes volvió la personería jurídica”, dijo Caballero.

Denunció que en la empresa tratan a los sindicalizados “como basura”. Aconsejó a sus compañeros no avergonzarse del sindicato. 

Negociación

Las negociaciones del abogado Alain Rivera fueron brillantes, según Juan José, quien lo nombró su “ángel de la guarda de bronce” porque es incorruptible. También reconoció que uno de los propietarios de la empresa Sigma fue el artífice para abrir un abanico de posibilidades de solución, tanto para el sindicato como para su caso. Si no se lograba un acuerdo, el proceso hubiese llegado hasta instancias judiciales.

Al iniciar el diálogo en el estudio jurídico de la parte patronal; el abogado presentó una propuesta y preguntó ¿cuánto quieren ustedes? Rivera le dijo sin pestañear:” el doble”. El representante patronal anotó la cifra y preguntó “¿no habría posibilidad de bajar el monto?  Rivera respondió: “calcule usted mi iguala (honorarios). Descuente ese monto y esa es la cifra de la negociación”.

Uno de los argumentos decisivos en la defensa fue la denuncia de acoso, pues el trabajador estaba bajo coerción de la patronal, para que en el momento en que se reincorpore a la planta, inmediatamente devuelva el salario percibido en pandemia, ya sea con trabajo o con horas extras. Fue una interpretación del entonces jefe departamental de Trabajo, Saúl Huaygua, que habilitó otro espacio de negociación.

Al escuchar las argumentaciones de ambas partes, Caballero se sintió como en un remate. Su abogado le decía “vamos a ganar”, mientras él se preguntaba si podría aguantar los elevados costos de un proceso en estrados judiciales. Finalmente se llegó a buen término.

La patronal aceptó pagar la indemnización a Juan José Caballero y el extrabajador admitió su retiro, con lo que ambos evitaron un juicio laboral que podría demorar hasta cinco años. Además, se corrigió el error jurídico de la Jefatura de Trabajo, que anuló la orden de reincorporación que la misma institución había dispuesto meses antes.

“Hubo flexibilidad de ambas partes”

El director ejecutivo de la farmacéutica Sigma Corp., Sergio Pol, atribuyó el éxito en el acuerdo con el extrabajador Juan José Caballero a la “flexibilidad de ambas partes”.

El empresario intervino en el conflicto laboral cuando la situación estaba “un poco complicada”, pero dialogó hasta llegar a una conciliación en la que se cumpliera “con todo lo que estipula la ley”.

Pol destacó que se haya evitado la confrontación. “Podíamos haber salido a desprestigiar al trabajador, porque él también estaba hablando en contra de la empresa, que no cumplía, y ese tipo de cosas son las que dañan la relación”.

Opinó que siempre que hay conflicto entre empresa y trabajadores, llega un punto donde se da un enfrentamiento entre ambas partes y la intervención de los abogados, tanto de un lado como del otro, quieren favorecer a las partes y se entorpece más la relación que debía ser normal y fluida entre el trabajador y la empresa.

En los últimos 17 meses de la pandemia del Covid 19, la facturación de Sigma bajó en 30 a  40% de lo que vendía anteriormente. Ahora, todo lo que se comercializa es para combatir la pandemia y los desinfectantes, pero algunos de esos productos no son de uso masivo. “Ha sido duro para la empresa”, contó  el ejecutivo.

Explicó que los conflictos laborales son inevitables, pero se trata de solucionarlos mediante el diálogo. “A veces o tienes que reducir personal o tienes que parar algunas áreas de producción y ¿qué haces con el personal? No hay maneras. Evitamos que llegue un conflicto o retirar al trabajador”.

Sin embargo, afirmó que la empresa busca mercados en el exterior, “para conservar las fuentes de trabajo, porque el mercado en Bolivia no es prometedor”.

Un espacio para la defensa 

“No guardo rencor, pero no puede volver a ocurrir lo que me pasó. A nadie le deseo esta situación. Es decepcionante ver que los años que di con tanta honestidad resulten inútiles, pero ya pasó. Hasta agradezco a Sigma porque me orilló a hacer esto”, aseguró Juan José.

En la soledad e insomnio, que vivió durante su huelga de hambre, nació la idea de formar una fundación de Defensa de la vejez trabajadora (DVT) y de inmediato contó con el apoyo de Rivera, que estaba a punto de cerrar su bufete. Caballero puso una parte de su finiquito para poner en marcha la fundación. 

La entidad despertó muestras de apoyo entre amigos y dos se anotaron como auspiciadores, con aportes mensuales de 10 dólares. “Creo que dimos en el clavo y lo que ha ocurrido es por algo”, cree el extrabajador con entusiasmo.

Aseguró que la fundación DVT no tendrá ninguna injerencia política y empezará difundiendo experiencias de prevalencia de los derechos laborales. “Si puedo hacer algo por los jóvenes, que el de arriba (Dios) me ilumine y lo vamos a hacer”, finalizó.

*Este es un extracto del texto completo.


María Luisa Mercado Castro es periodista independiente. Trabajó más de 26 años como reportera y editora en el diario Opinión de Cochabamba. Escribe reportajes sobre Derechos Humanos y cultura de paz. Obtuvo una mención honorífica en el concurso “Sin censura previa» de Unitas en 2019.
María Luisa Mercado Castro es periodista independiente. Trabajó más de 26 años como reportera y editora en el diario Opinión de Cochabamba. Escribe reportajes sobre Derechos Humanos y cultura de paz. Obtuvo una mención honorífica en el concurso “Sin censura previa» de Unitas en 2019.