¿Cómo se habita la ciudad desde las diversidades sexuales? Las respuestas, variadas y distintas, las dan con sus cuerpos y voces seis mujeres trans, queers y drag queen que viven y trabajan en Santa Cruz de la Sierra. En esa urbe, hasta la primera década de 2000, esa diversidad era rechazada, al grado de que hombres salían a golpear con bates a mujeres trans. Algo va cambiando y el mérito es de las personas que, después de transitar por el miedo y la duda, hoy ejercen su derecho de ser y estar en los espacios públicos.
Edición 43. Lunes 22 de noviembre de 2021
“Estamos aquí”, afirma la beniana Pinky Lover (29 años). Y lo hace con su cuerpo que, de ser ésta una sociedad distinta, quizás no llamaría la atención con su peluca, pestañas, brillo, tacones, todo extremo… Pero, por ahora, a esa sociedad hay que mostrarle que hay presencias que van más lejos de lo que la norma binaria permite reconocer. Por eso el transformismo, y en su caso, el arte del Drag Queen.
La timidez, el miedo y la duda —que rodearon a Pinky Lover desde la niñez, coinciden también Bruna Cabana, Nadianka, Suany, Gabriela y Adri— se combaten así, con el cuerpo y en el entorno: la calle, el mercado, la plaza, lo público.
“Algo ha cambiado para bien”, dice Suany (40 años), mujer trans que desde hace tiempo acude a hacer sus comprar en un pequeño mercado barrial en Santa Cruz de la Sierra, sin sentir la discriminación del principio, cuando era más joven. “Alguna gente todavía nos observa y se burla, pero ahí estamos dando batalla en busca del respeto que todo ser humano merece”.
“Merecemos respeto”, hace coro Adri Kardashian, y esto intenta comunicar cotidianamente, pero cuando siente que lo logra es cada vez que termina de exteriorizar lo que lleva dentro, luego de cuatro o cinco horas de transformación, para que los ojos de los demás lo vean en grande. Y ella va más allá en sus expectativas. “Somos artistas y queremos que se nos tome en cuenta en festivales y otros eventos; somos parte del mundo que crea”.
Es también un trabajo con el yo interior, añade Bruna Cabana, brasileña de 22 años afincada en tierras cruceñas. “Yo siempre me sentí aparte, diferente, pero fue como Drag Queen que supe que podía romper límites y ver mi propio cuerpo desde una perspectiva nueva que todavía estoy en el proceso de comprender”. Por lo demás, “tengo un lema: me convertí en la muñeca que me negaron en la infancia” por esas convenciones que reparten juguetes distintos a chicos y chicas.
Dicha comprensión es difícil cuando el rechazo es lo que se recibe, como el que ha sentido Nadianka (31 años), aspirante a cineasta que va por la vida con la cara lavada, pero el cuerpo tatuado. Dos flores, una roja y otra negra, destacan en su pecho: “Rosas de mi tumba”, se lee por encima. “Sufrí bullying en la escuela y luego en el trabajo; no entiendo por qué ser lo que soy me priva del trabajo que merezco”.
Contra eso se lucha, para que los derechos de la población LGBTI+ de Bolivia sean plenos, afirma Gabriela (34 años), nacida en el norte de Santa Cruz, migrante rural en la urbe desde hace tres lustros, y que acaba de lograr que en su carnet de identidad se la reconozca con el nombre elegido por ella. “Mi familia me apoya a la distancia” y eso actúa como un motor para esta mujer trans.
Es cierto que “todavía hay homofobia, transfobia, lesbofobia y todas las fobias posibles”, afirma Pinky Lover, cuya actitud de darle color a las cosas no debe tomarse, advierte, como una actitud ingenua. “Yo sufrí en mi niñez, pero decidí salirle al paso a la oscuridad enfatizando en que existe el color rosado”. Pinky no es trans. “Yo no quiero vestirme de mujer; pero sí soy Drag, soy parte de la población LGBTI+, y así es como le estoy diciendo a los demás que estuvimos, estamos y vamos a estar aquí hasta el fin del mundo”, concluye.
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Fotos: Kelly Ledezma.
Texto: Mabel Franco.
*Esta publicación es parte del Fondo de periodismo de investigación y artivismo, realizado en el marco del proyecto “Adelante con la Diversidad – Región Andina”, financiado por la Unión Europea e implementado por ADESPROC Libertad. El contenido de la publicación es de responsabilidad exclusiva de ADESPROC Libertad y no necesariamente reflecta los puntos de vista de la Unión Europea».